“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Cor. 11:14, 15).
EL MISTICISMO
Las fuertes oleadas del misticismo han inundado nuestro mundo. La palabra “misticismo” es un término complejo que encierra una gran variedad de ideas. Desde una perspectiva religiosa, la palabra implica la unión de la persona con lo divino o absoluto en algún tipo de experiencia espiritual, o trance. Esto caracteriza la experiencia de adoración de ciertas iglesias, inclusive. Los fenómenos pueden variar en forma e intensidad, pero la tendencia siempre es a reemplazar la autoridad de la Palabra escrita de Dios por las experiencias subjetivas individuales. Sea como fuere, la Biblia pierde gran parte de su función doctrinal y el cristiano se vuelve vulnerable a sus propias experiencias. Este tipo de religión subjetiva no ofrece una protección contra ningún engaño, especialmente los del tiempo del fin.
Lee Mateo 7:21 al 27. A la luz de estas palabras de Jesús, ¿qué significa construir nuestra casa espiritual “sobre la roca” y construirla “sobre la arena”?
Existe una fuerte tendencia en el mundo cristiano posmoderno a minimizar la relevancia de las doctrinas bíblicas, y a considerarlas tediosos ecos de una forma obsoleta de religión. En este proceso, la persona de Cristo reemplaza artificialmente a las enseñanzas de Cristo, al argumentar, por ejemplo, que una u otra historia bíblica no puede ser cierta porque Jesús, como ellos lo perciben, nunca hubiera permitido que eso sucediera como está escrito. Los sentimientos y el gusto personales terminan siendo el criterio para interpretar las Escrituras o hasta para rechazar de plano lo que la Biblia enseña claramente, con frecuencia sobre la obediencia a Dios, lo que, como enseñó Jesús, es esencial para construir una casa sobre la roca.
Quienes piensan que no importa lo que ellos crean doctrinalmente mientras crean en Jesucristo, están en terreno peligroso. Los inquisidores romanos que condenaron a muerte a un sinnúmero de protestantes creían en Jesucristo. Quienes habían “echa[do] fuera demonios” en el nombre de Cristo (Mat. 7:22) creían en él. “La teoría según la cual nada importa lo que los hombres creen, es uno de los engaños que más éxito da a Satanás. Bien sabe él que la verdad recibida con amor santifica el alma del que la recibe; de aquí que trate siempre de sustituirla con falsas teorías, con fábulas y con otro evangelio” (CS 511).
¿Cómo podemos luchar contra la tendencia humana de permitir que nuestras emociones y deseos nos impulsen a hacer cosas contrarias a la Palabra de Dios?