“Si obedeces cabalmente la voz del Señor tu Dios, para cumplir todos sus mandamientos que te prescribo hoy, el Señor tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Además, las siguientes bendiciones vendrán y te alcanzarán, si obedeces la voz del Señor tu Dios” (Deut. 28:1, 2).

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jueves 12 de enero, 2023

Se dijo de Jesús que “los que eran del común del pueblo le oían de buena gana” (Mar. 12:37, RVA). La mayoría de las personas, en las grandes multitudes que seguían y escuchaban a Jesús, eran miembros de esta clase, la gente común. Fueron ellas a quienes Jesús alimentó en la ladera del monte, y quienes escucharon el Sermón del Monte. Jesús les dijo, básicamente: Sé que les preocupa poder mantener a sus familias. Se inquietan por la comida y la bebida que necesitarán a diario y la ropa que necesitan como abrigo y la protección. Pero esto es lo que les propongo...

Lee Mateo 6:25 al 33. ¿Qué se promete aquí, y qué debía hacer el pueblo para recibir esas promesas?

Muchas de las promesas de Dios tienen elementos de un pacto bilateral. Es decir, para recibir la bendición, también debemos hacer nuestra parte.

Lee Isaías 26:3. ¿Qué se nos pide que hagamos para tener la paz de Dios?

Lee 1 Juan 1:9. ¿Qué hará Jesús si confesamos nuestros pecados?

Lee 2 Crónicas 7:14. ¿Cuáles son los “si” y los “entonces” de la propuesta de Dios aquí?

Todos estos versículos y muchos más tratan del importante hecho de que, aunque Dios es Soberano, aunque Dios es nuestro Creador y Sustentador, y aunque la salvación es un don de gracia e inmerecido de nuestra parte, todavía tenemos un papel que desempeñar en el drama del Gran Conflicto aquí, en la Tierra. Al hacer uso del don sagrado del libre albedrío, debemos elegir seguir la inspiración del Espíritu Santo y obedecer lo que Dios nos llama a hacer. Aunque Dios nos ofrece bendiciones y vida, también podemos elegir la maldición y la muerte. Con razón, Dios dice: “Elige la vida, para que vivas tú y tus descendientes” (Deut. 30:19).