“Si obedeces cabalmente la voz del Señor tu Dios, para cumplir todos sus mandamientos que te prescribo hoy, el Señor tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Además, las siguientes bendiciones vendrán y te alcanzarán, si obedeces la voz del Señor tu Dios” (Deut. 28:1, 2).
EL CONTRATO DEL DIEZMO
Existe una estrecha conexión espiritual entre la práctica del diezmo y nuestra relación con Dios. Los israelitas prosperaban cuando obedecían a Dios y eran fieles en el diezmo; al contrario, experimentaron tiempos difíciles cuando no obedecieron. Por lo visto, seguían un ciclo de obediencia y prosperidad, y luego de desobediencia y problemas. Fue durante uno de estos períodos de infidelidad que Dios, mediante el profeta Malaquías, propuso un contrato bilateral con su pueblo.
Lee Malaquías 3:7 al 11. ¿Cuáles son las promesas y las obligaciones que se encuentran en estos versículos?
Dios prometió al pueblo que, si este se volvía a él, él se volvería a ellos. Cuando le preguntaron qué quería decir con volverse a él, dijo explícitamente: “Dejen de robarme el diezmo y las ofrendas”. El robo era la razón de la maldición que estaban recibiendo. Esta es la solución de Dios al problema de la maldición: “Traigan todo el diezmo a la tesorería” (Mal. 3:10). Y pruébenme para “ver si no abro las ventanas del cielo y vacío sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde”. Si no tenemos suficiente espacio para recibir esa bendición, tenemos un excedente con el que podemos ayudar a otros y promover la causa de Dios.
“El que dio a su Hijo unigénito para que muriera por ustedes ha hecho un pacto con ustedes. Él les da sus bendiciones y en cambio requiere que le lleven sus diezmos y sus ofrendas. Nadie se atreverá a decir que no comprendió este asunto. El plan de Dios concerniente a los diezmos y las ofrendas está claramente establecido en el tercer capítulo de Malaquías. Dios pide que sus instrumentos humanos sean fieles al contrato que él ha hecho con ellos” (CMC 78, 79).
Uno de los ciclos positivos de obediencia se registra durante el reinado del buen rey Ezequías, de Judá. Hubo un reavivamiento auténtico en Judá, y el pueblo comenzó a devolver fielmente sus diezmos y sus ofrendas a la tesorería del Templo. Llevaban tanto que se apilaba de a montones en el Templo. Segundo de Crónicas 31:5 relata lo que sucedió cuando los israelitas “dieron generosamente las primicias del grano, del vino, del aceite, de la miel y de todos los frutos de la tierra; trajeron igualmente en abundancia el diezmo de todas las cosas”.
¿Qué dice la devolución de tu diezmo (o la falta de ello) acerca de tu espiritualidad y de tu relación con Dios?