“¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí? Levantaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Ahora cumpliré mis votos al Señor, ante todo su pueblo” (Sal. 116:12-14).

MOTIVACIÓN PARA DAR

domingo 22 de enero, 2023

Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero. Si damos, es en respuesta a su maravilloso regalo para nosotros, Jesús. De hecho, se nos dice: “El Señor no necesita nuestras ofrendas. No podemos enriquecerlo con nuestros donativos. El salmista dice: ‘Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos’ (1 Crón. 29:14, RVR 60). Dios nos permite manifestar nuestro aprecio de sus mercedes por medio de esfuerzos abnegados realizados para compartirlas con otras personas. Esta es la única manera posible en que podemos manifestar nuestra gratitud y nuestro amor a Dios, porque él no ha provisto ninguna otra” (CMC 20, 21).

Cuando entregamos “nuestro” dinero a Jesús, en realidad esto fortalece nuestro amor por él y por los demás. Por lo tanto, el dinero puede ser un verdadero poder para el bien. Jesús dedicó más tiempo a hablar de dinero y de riquezas que de cualquier otro tema. Un versículo de cada seis en Mateo, Marcos y Lucas trata sobre el dinero. Lo bueno del evangelio es que Dios puede librarnos del mal uso y del amor al dinero.

Lee Mateo 6:31 al 34 y Deuteronomio 28:1 al 14. ¿Qué promete Dios hacer por nosotros si le somos obedientes? ¿Es egoísmo de nuestra parte reclamar las promesas de Dios?

Las ofrendas son una evidencia de nuestra voluntad de sacrificarnos por Dios. Pueden ser una experiencia profundamente espiritual, una expresión del hecho de que nuestra vida está completamente entregada a Dios como nuestro Señor. Para nosotros, como dice un refrán, es “corroborar con el monedero lo que decimos con la boca”. Puedes decir que amas a Dios, pero las ofrendas generosas ayudan a revelar (e incluso fortalecer) ese amor.

Una ofrenda proviene de un corazón que confía en un Dios personal que constantemente provee para nuestras necesidades según lo considere mejor. Nuestras ofrendas se basan en la convicción de que hemos encontrado la seguridad de la salvación en Cristo. No son para apaciguar a Dios ni una búsqueda de su aceptación. Más bien, nuestras ofrendas fluyen de un corazón que ha aceptado a Cristo por fe como el único y suficiente medio de gracia y redención.

Lee 2 Corintios 9:6 y 7. ¿Qué nos está diciendo el Señor aquí? ¿Qué significa dar como uno “propuso en su corazón”? ¿Cómo aprendemos a dar con alegría?