“¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí? Levantaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Ahora cumpliré mis votos al Señor, ante todo su pueblo” (Sal. 116:12-14).
LAS OFRENDAS PARA JESÚS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Corintios 9:6, 7; Deuteronomio 16:17; Salmo 116:12–18; 1 Crónicas 16:29; Marcos 12:41–44; 14:3–9.
Además del diezmo, están las ofrendas, que provienen del noventa por ciento que permanece en nuestro poder después de devolver el diezmo a Dios. Aquí es donde comienza la generosidad. El pueblo de Dios daba diferentes tipos de ofrendas, como las ofrendas por el pecado, dadas en respuesta a la gracia de Dios; o las ofrendas de agradecimiento, dadas para reconocer la protección de Dios y las bendiciones de salud, prosperidad y poder sustentador. También había ofrendas para los pobres, y ofrendas para construir y mantener la casa de adoración.
Cuando consideramos la magnitud de los dones que Dios nos da, empezamos a ver nuestra ofrenda como algo más que pavimentar el estacionamiento o comprar túnicas para el coro. Traemos nuestra ofrenda en respuesta a lo que Dios ha hecho por nosotros, especialmente en el sacrificio de Jesús. “Nosotros lo amamos a él porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). La iglesia, entonces, ya sea en el nivel local, de Asociación o mundial, emplea nuestras donaciones para el avance de la causa de Dios. Esta semana repasaremos lo que dice la Biblia acerca de las ofrendas como parte de nuestra administración de los asuntos de Dios en la Tierra.