“¿Qué aprovecha al hombre si gana todo el mundo pero pierde su vida? O, ¿qué puede dar el hombre por su vida?” (Mar. 8:36, 37).
NOÉ HALLÓ GRACIA
Vale la pena considerar que, a quienes buscan tesoros en el cielo, Dios los llama para hacer cambios importantes en su vida aquí, en la Tierra. Prepárate para enfrentar lo mismo, si es necesario.
Lee Génesis 6:5 al 14. ¿Qué cambios radicales sobrevinieron a Noé como resultado de obedecer a Dios? ¿Qué principios podemos encontrar aquí para nosotros mismos en un mundo que necesita que le advirtamos sobre el juicio inminente?
Noé podría haber invertido su tiempo y sus recursos para construir un hogar propio, pero eligió hacer un cambio drástico y pasar 120 años de esa vida siguiendo el llamado de Dios para construir el arca.
Muchos escépticos hoy en día descartan la historia del Diluvio como un mito que suele basarse en especulaciones científicas sobre las leyes conocidas de la naturaleza. Esto no es nada nuevo. “El mundo antediluviano razonaba que las leyes de la naturaleza habían sido estables durante muchos siglos. Las estaciones se habían sucedido unas a otras en orden. Hasta entonces nunca había llovido; la tierra había sido regada por una niebla o el rocío. Los ríos nunca habían salido de sus cauces, sino que habían llevado sus aguas libremente hacia el mar. Leyes fijas habían mantenido las aguas dentro de sus límites naturales” (PP 84).
Antes del Diluvio, la gente argumentaba que nunca podría haber un diluvio, sobre la base de una interpretación defectuosa de la realidad; después del Diluvio, sobre la base de una comprensión defectuosa de la realidad, argumentan que en principio nunca ocurrió. Como dice la Biblia: “Nada nuevo hay bajo el sol” (Ecl. 1:9).
Mientras tanto, la Biblia también dice que la gente será escéptica con los acontecimientos del tiempo del fin, como lo fue con el Diluvio (ver 2 Ped.3:3–7). Entonces, ¿cómo podemos prepararnos para la destrucción venidera? Hay una decisión consciente llamada “gratificación diferida”. Básicamente, esto significa que debemos hacer con paciencia la obra que Dios nos ha llamado a hacer con la esperanza de una recompensa futura más gloriosa. No sabemos cuándo regresará Cristo. En cierto sentido, eso no importa. Lo que sí importa es que, como Noé, hagamos lo que Dios nos pide entretanto, aunque, como con Noé, eso implique algunos cambios radicales en la vida.
¿Cuán dispuesto estarías a hacer un cambio importante en tu vida para Dios si, al igual que Noé, fueras llamado a hacer precisamente eso? (Pista: ver Luc. 16:10.)