“¿Qué aprovecha al hombre si gana todo el mundo pero pierde su vida? O, ¿qué puede dar el hombre por su vida?” (Mar. 8:36, 37).
MOISÉS EN EGIPTO
Moisés se destacó durante los primeros años de la historia bíblica. La providencia divina le preservó la vida. Dios obró mediante una madre emprendedora y una hermana solícita. Cuando la hija del faraón encontró al bebé Moisés en la cesta de juncos, le pidió a su madre hebrea que lo cuidara y le pagó por ello. ¡Qué bendito desafío para una joven madre exiliada y esclava! Jocabed tuvo solo doce años para enseñar a su hijo a orar, a confiar en Dios y a honrarlo, y moldear su carácter para una vida de servicio. Durante años, Moisés fue entrenado en las cortes reales de Egipto. “Moisés fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en palabras y hechos” (Hech. 7:22). Cuando Moisés maduró como hombre, tomó una decisión consciente que cambió su vida y el curso de la historia.
Lee Hebreos 11:24 al 29. Piensa en lo que Moisés dejó atrás y lo que tuvo que enfrentar a cambio. Trata de contemplarlo desde su posición, antes de que tomara la decisión. ¿Qué dejaba y qué decidió aceptar al irse?
Egipto era una de las potencias más grandes del mundo antiguo en ese momento, si no la más grande. El río Nilo propiciaba una tierra tan fértil que Egipto, lleno de cosechas, era una nación rica y poderosa, y el mismo Moisés habría estado al frente de este reino. Es difícil imaginar cuán tentador debió haber sido para él el atractivo del mundo, el mundo de Egipto y todos sus tesoros, en sus primeros años. Seguramente, la adoración, los placeres, las riquezas, le habrán resultado tentadores. Sin duda, es probable que hubiese sido muy fácil justificar el hecho de quedarse en lugar de compartir su suerte con un grupo de esclavos despreciados.
Y sin embargo, ¿qué hizo? Como dice la Escritura, “eligió antes ser maltratado con el pueblo de Dios que gozar de los deleites temporales del pecado” (Heb. 11:25). Y ¿qué decir de las aflicciones? Una parte importante del libro de Éxodo trata de las luchas y las pruebas de Moisés, quien, incluso después de todo lo que pasó, no pudo cruzar a la Tierra Prometida (ver Núm. 20:12). Sin embargo, al final, todos sabemos que Moisés tomó la decisión correcta, aunque a veces debió haberse preguntado si realmente era así.
Desde una perspectiva mundana, Moisés debería haberse quedado en Egipto. Sin embargo, como cristianos, se nos ha dado una visión de la realidad que nos lleva mucho más allá de este mundo. Cuando el mundo nos tienta, ¿cómo podemos mantener el cuadro completo siempre ante nosotros? ¿Por qué es tan importante que lo hagamos?