“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: ‘¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo” (Mat. 25:34).

EL JOVEN RICO

martes 14 de febrero, 2023

No sabemos mucho sobre el joven rico aparte de que era joven y rico. Y también que tenía interés en las cosas espirituales. Tenía tanta energía que acudió corriendo a Jesús (Mar. 10:17). Estaba entusiasmado por aprender acerca de la vida eterna. Esta historia es tan importante que se registra en los tres evangelios sinópticos: Mateo 19:16 al 22; Marcos 10:17 al 22; y Lucas 18:18 al 23.

Lee Mateo 19:16 al 22. ¿Qué tenía en mente Jesús cuando le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Y ven, sígueme” (Mat. 19:21)?

A la mayoría de nosotros Jesús no nos pide que vendamos todo lo que tenemos y demos el dinero a los pobres. Pero el dinero debió de haber sido el dios de este joven, y aunque la respuesta de Jesús puede parecer bastante severa, él sabía que esta era la única esperanza de salvación para este hombre.

La Biblia dice que se fue muy triste porque era muy rico, lo que demuestra cuánto adoraba su dinero. Se le ofreció la vida eterna y un lugar en el círculo íntimo de Jesús (“Ven, sígueme”, las mismas palabras que utilizó Jesús al llamar a los doce discípulos). Sin embargo, nunca más volvimos a saber de este joven. Cambió la Eternidad por sus posesiones terrenales.

Qué terrible compensación, ¿no? Qué triste ejemplo de no seguir la “gratificación diferida” (ver la semana pasada). Elegir como lo hizo este hombre es un gran engaño porque, no importa lo que las riquezas materiales nos puedan dar ahora, tarde o temprano todos morimos y enfrentamos la perspectiva de la eternidad. Y, mientras tanto, muchísimos ricos han descubierto que su riqueza no les dio la paz y la felicidad que esperaban; de hecho, en muchos casos parece haber ocurrido lo contrario. Se han escrito gran cantidad de biografías sobre cuán miserables han sido muchos ricos. De hecho, de los registros históricos, una de las mejores representaciones de cuán insatisfactoria puede ser la riqueza en sí misma se encuentra en el libro de Eclesiastés. Se pueden extraer muchas lecciones de él, pero hay un aspecto que se destaca claramente: el dinero no puede comprar la paz ni la felicidad.

“Porque el que quiera salvar su vida la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará. ¿Qué aprovecha al hombre si gana todo el mundo pero pierde su vida? O, ¿qué puede dar el hombre por su vida?” (Mar. 8:35–37). ¿Qué significa perder la vida por causa del evangelio?