“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: ‘¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo” (Mat. 25:34).
“A UNO DE ESTOS MIS HERMANOS PEQUEÑOS”
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 4:16–19; Isaías 62:1, 2; Deuteronomio 15:11; Mateo 19:16–22; Lucas 19:1–10; Job 29:12–16.
La Biblia habla a menudo de los extranjeros (a veces llamados forasteros), los huérfanos y las viudas. Este grupo puede ser de aquellos a quienes Jesús se refirió como “uno de estos mis hermanos pequeños” (Mat. 25:40). ¿Cómo podemos identificar a estas personas hoy? Los extranjeros de los tiempos bíblicos eran personas que tenían que dejar su tierra natal, quizás a causa de la guerra o el hambre. El equivalente en nuestros días podría ser los millones de refugiados devenidos en indigentes debido a circunstancias en las que no eligieron estar.
Los huérfanos son niños que han perdido a sus padres por guerras, accidentes o enfermedades. Este grupo también podría incluir a aquellos cuyos padres están en prisión o ausentes. ¡Qué amplio campo de servicio se expone aquí!
Las viudas son las que han perdido a sus cónyuges por la misma causa que los huérfanos. Muchas son cabeza de familia monoparental y las beneficiaría enormemente la ayuda que la iglesia pueda brindarles.
Como veremos esta semana, ayudar a los pobres no es solo una opción. Es seguir el ejemplo de Jesús y obedecer sus mandatos.