“Y todo lo que hagan, háganlo con todo el corazón, como para el Señor y no para los hombres; seguros de que recibirán del Señor la recompensa de la herencia; porque ustedes sirven a Cristo el Señor” (Col. 3:23, 24).
TRABAJAR CON INTEGRIDAD
Otra fase de una vida “exitosa”, la última fase, tiene el potencial de ser la más placentera, si las decisiones de los primeros años han sido sabias y no se han arruinado por hechos inesperados. En una situación ideal, los padres han criado a sus hijos para que sean adultos independientes, la vivienda está pagada, las necesidades de transporte están satisfechas, no hay deudas pendientes y hay un flujo de ingresos suficiente para satisfacer las necesidades de la familia de los adultos mayores.
Dios llama a sus hijos a un nivel más elevado en el trabajo y la vida. Esa norma es la Ley de Dios escrita en nuestro corazón (ver Jer. 31:33) y que se refleja en nuestro carácter. A medida que la sociedad se vaya erosionando y la enseñanza cristiana se vaya diluyendo y minimizando, se volverá aún más importante para el cristiano vivir y trabajar a un nivel irreprochable. La Biblia dice: “Vale más el buen nombre que las muchas riquezas, y ser estimado es mejor que la plata y el oro” (Prov. 22:1).
La Biblia registra casos de empleadores que reconocieron que fueron bendecidos por tener un empleado piadoso. Cuando Jacob deseó dejar a su suegro Labán y regresar con su familia a su tierra natal, Labán le rogó que no se fuera, diciendo: “Halle yo gracia en tus ojos, y quédate. Me he dado cuenta de que el Señor me ha bendecido por tu causa” (Gén. 30:27). Y cuando José fue vendido como esclavo en Egipto, su amo, Potifar, hizo una observación similar sobre el trabajo de José y lo recompensó por ello.
Lee Génesis 39:2 al 5. Aunque los versículos no lo mencionan específicamente, ¿qué te imaginas que habrá hecho José para que su amo lo mirara tan favorablemente?
“Así, si comen, o beben, o hacen otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Por ende, al trabajar, administrarnos económicamente o cualquier otra cosa que hagamos, debemos hacerlo todo para la gloria de Dios. Él es quien nos da el conocimiento y la fuerza para triunfar en la vida.
“Señor, tuya es la magnificencia, el poder y la gloria, la victoria y el honor, porque todo lo que está en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo, Señor, es el reino; tú eres excelso y soberano sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todos. En tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano está engrandecer y dar poder a todos” (1 Crón. 29:11, 12).
¿Cuáles son los principios que sigues, no solo en el trabajo, sino en la vida en general? ¿Qué cambios necesitas hacer posiblemente?