“Y les dijo: ‘¡Cuidado! Guárdense de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee’ ” (Luc. 12:15).
CÓMO VENCER LA CODICIA
La codicia es un problema del corazón, y al igual que el orgullo y el egoísmo, a menudo pasa desapercibida; por eso puede ser tan mortal y engañosa. Ya es bastante difícil vencer los pecados que son obvios: la mentira, el adulterio, el robo, la idolatría, la transgresión del sábado. Pero estos son actos externos, cosas en las que tenemos que pensar antes de hacerlas. Pero, ¿cómo hacer para superar los pensamientos equivocados? Eso se pone difícil.
Lee 1 Corintios 10:13. ¿Qué promesa encontramos aquí, y por qué es tan importante entender esto en el contexto de la codicia?
Entonces, ¿cómo, con el poder de Dios, podemos estar protegidos contra este pecado peligrosamente engañoso?
1. Tomar la decisión de servir a Dios y depender de él, y de ser parte de su familia. “Elijan hoy a quién servir [...]; que yo y mi casa serviremos al Señor” (Jos. 24:15).
2. Orar diariamente e incluir Mateo 6:13: “No nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos”. Cuando sientas codicia por algo que sabes que no deberías tener, ora por ello, reclamando las promesas de la Biblia para obtener la victoria, como 1 Corintios 10:13.
3. Estudiar la Biblia en forma regular. “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal. 119:11).
Jesús abordó el problema de la humanidad con el pecado. Él fue tentado en todo, así como nosotros. Y, para poder resistir, pasó noches enteras en comunión de oración con su Padre. Y Jesús no dejó esta Tierra hasta que abrió camino con el ejemplo, y luego prometió poder para que cada persona tenga una vida de fe y obediencia, y desarrolle un carácter como el de Cristo.
“Busquen al Señor mientras puede ser hallado, llámenlo en tanto que está cerca. Deje el impío su camino, y el hombre malo sus pensamientos; y vuélvase al Señor, quien tendrá de él misericordia, y a nuestro Dios, que es amplio en perdonar” (Isa. 55:6, 7).
¿Qué consecuencias provocó la codicia en tu vida? ¿Qué lecciones aprendiste? ¿Qué podrías necesitar aprender de ellas?