“Y oí una voz del cielo que dijo: ‘Escribe: ¡Bienaventurados los que de aquí en adelante mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus fatigas y sus obras les sigan’ ” (Apoc. 14:13).

EL RICO INSENSATO

domingo 5 de marzo, 2023

Lee Lucas 12:16 al 21. ¿Qué mensaje relevante encontramos para nosotros aquí? ¿Qué fuerte reprensión le dio el Señor al hombre insensato, y cómo debería interpelarnos esto con respecto a nuestra actitud hacia lo que poseemos?

Aunque el mensaje es más amplio que esto, se podría afirmar que esta fue una historia que Jesús contó sobre lo que no se debe hacer en la jubilación. En consecuencia, si una persona deja de trabajar y comienza a gastar su patrimonio acumulado, debe prestar atención y tomarse en serio esta historia. El problema no es trabajar arduamente ni obtener riqueza, especialmente a medida que nos volvemos más viejos y, quizá, más ricos. El problema radica en la actitud que asumimos. Sus palabras “¡Reposa, come, bebe y alégrate!” (Luc. 12:19) expresan el verdadero problema aquí.

“Los ideales de este hombre no eran más elevados que los de las bestias que perecen. Vivía como si no hubiese Dios, ni Cielo, ni vida futura; como si todo lo que poseía fuese de su propiedad y no debiese nada a Dios ni al hombre” (PVGM 202).

Si durante esta etapa de la vida pensamos solo en nosotros mismos e ignoramos las necesidades de los demás y la causa de Dios, estamos siguiendo el ejemplo del rico insensato. No había ninguna indicación en la parábola de Jesús de que el hombre rico fuera perezoso ni deshonesto. El problema estaba en cómo gastaba lo que Dios le había confiado. Debido a que no sabemos el día de nuestra muerte, siempre debemos estar preparados viviendo para llevar a cabo la voluntad de Dios en lugar de seguir una vida egoísta.

La idea general que se da en la Biblia es que una persona trabaja y continúa siendo productiva mientras pueda. Por cierto, es interesante notar que los autores de los grandes libros proféticos de Daniel y Apocalipsis tenían más de ochenta años cuando concluyeron su labor. Esto, en una época en la que la edad promedio de fallecimiento era de unos cincuenta años. Elena de White publicó algunos de sus libros más conocidos y amados, como El Deseado de todas las gentes, después de los setenta años. Por ende, la edad, mientras estemos sanos, no debería implicar que dejemos de ser productivos ni de hacer el bien, en la medida de lo posible.

Jesús aconsejó a los que esperaban su segunda venida que no solo velaran, sino también siguieran trabajando (Mat. 24:44–46).

Más allá de la edad y la cantidad de dinero que tengamos, ¿cómo podemos evitar caer en la trampa de este hombre aquí? Pregúntate: “¿Para qué estoy viviendo?”