“Ofrece a Dios sacrificios de alabanza, y paga tus votos al Altísimo, e invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Sal. 50:14, 15).
PRIORIDADES
Las parábolas y las enseñanzas de Jesús, las historias de los personajes bíblicos y el consejo de Elena de White indican claramente que no hay un compromiso a medias con Cristo. O estamos o no estamos del lado del Señor.
Cuando un escriba le preguntó qué mandamiento era el mayor, Jesús respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y toda tu fuerza” (Mar. 12:30). Cuando entregamos todo a Cristo, no queda nada para otro señor. Así es como debe ser.
Lee Mateo 6:24. ¿Cuál ha sido tu experiencia con la verdad de estas palabras?
Fíjate que Jesús no dijo que era difícil servir a Dios y al dinero, o que debías tener cuidado en la forma de servir a ambos. Dijo que era imposible. Punto. Este pensamiento debería imprimir un poco de temor y temblor a nuestra alma (Fil. 2:12).
Lee 1 Juan 2:15 al 17. ¿Cómo se manifiestan estas tres cosas en nuestro mundo y por qué el peligro que presentan a veces es más sutil de lo que creemos?
Con razón, Pablo escribió: “Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:2). Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo, porque las cosas del mundo están aquí ante nosotros todos los días. El atractivo de “todo lo que hay en el mundo” (1 Juan 2:16) es fuerte; la atracción por la gratificación inmediata siempre está allí, susurrándonos al oído o tirando de las mangas de nuestra camisa. Hasta el cristiano más fiel, ¿no ha sentido algo de amor por “las cosas del mundo”? Aun sabiendo que un día todo terminará, todavía sentimos la atracción, ¿verdad? Sin embargo, lo bueno es que no hace falta que dejemos que eso nos aleje del Señor.
Lee 2 Pedro 3:10 al 14. Lo que dice aquí, ¿cómo debería afectar la forma en que vivimos, incluyendo lo que hacemos con nuestros recursos?