“ ‘Señor y Dios, digno eres de recibir gloria, honra y poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad fueron creadas y existen’ ” (Apoc. 4:11).
ADOREN AL CREADOR
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 1:9; Isaías 40:26; 2 Corintios 5:17; Colosenses 1:17; Apocalipsis 4:11; Juan 19:16-30.
Es fácil dar las cosas por un hecho, especialmente aquellas que conocemos o experimentamos desde siempre. ¿Cuán fácil, por ejemplo, es que los niños pequeños den por sentado a sus padres, a quienes han conocido durante toda su corta vida? Cuán fácil es para nosotros, también, asumir la existencia del Sol, el cielo, el aire o el suelo bajo nuestros pies.
Sin embargo, ¿alguna vez te has detenido a pensar cuántas veces damos por sentada la existencia misma? Es decir, ¿con qué frecuencia nos detenemos a pensar en la famosa pregunta filosófica: Por qué hay algo en lugar de la nada?
¿Por qué existe el Universo mismo, y toda la majestuosidad y grandeza y las cosas asombrosas que hay en él? ¿Qué gran contradicción lógica se produciría si nuestro Universo, y nosotros en él, no estuviésemos aquí? Según la última teoría científica (van cambiando), nuestro Universo una vez no existió. En otras palabras, la nuestra es una existencia contingente, y el solo hecho de que estemos aquí ya es un milagro. Y, a pesar de todo tipo de mitos de que el Universo surgió de la nada absoluta, o de algún tipo de ecuación matemática, nuestro Universo y todo lo que hay en él existe porque Dios, el Creador, lo hizo.