“Pelearán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados, elegidos y fieles” (Apoc. 17:14).
UN MISTERIO: LA GRAN BABILONIA
Lee Apocalipsis 17:4 al 6. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de la naturaleza de este sistema malvado?
Como hemos visto, Apocalipsis 17 describe un sistema religioso apóstata que introduce en el cristianismo muchas de las enseñanzas de la Babilonia del Antiguo Testamento.
“Para tratar de entender la naturaleza de Babilonia, necesitamos volver a la primera referencia que se hace de ella en el registro bíblico, en Génesis. Todo comenzó en la llanura de la Tierra de Sinar, una región en la parte sur de Mesopotamia, hoy al sur de Irak, llamada Babilonia. Es allí donde se construyó la Torre de Babel, un símbolo de la autosuficiencia humana, la autopreservación y la independencia de Dios ([Gen.] 11:1-4)” (Á. M. Rodríguez, “The Closing of the Cosmic Conflict: Role of the Three Angels’ Messages”, p. 43).
La Torre de Babel, el sitio de la antigua Babilonia, se construyó en desafío directo a la Palabra de Dios. Los constructores de Babel edificaron este monumento para autoglorificarse, y Dios confundió su idioma. El relato del Génesis dice así: “Por eso fue llamada Babel, porque allí el Señor confundió el lenguaje de toda la Tierra” (Gén. 11:9).
Tan malvado es este sistema que se lo ilustra como “ebri[o] de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús” (Apoc. 17:6), imágenes horrorosas del nivel de corrupción de Babilonia (ver también Isa. 49:26).
Básicamente, la Babilonia espiritual representa una religión que se basa en las enseñanzas humanas, que se afirma en las ideas humanas y se apoya en las tradiciones humanas. Es una forma de religión hecha por el hombre, creada, quizá, por líderes religiosos brillantes, si bien humanos, pero se opone al poder del evangelio y de la iglesia que Jesús edificó, una iglesia construida sobre el amor, no la violencia.
El libro de Apocalipsis describe estos dos sistemas de religión. El primero revela confianza total en Jesús y dependencia de su Palabra. El segundo revela confianza en la autoridad humana y dependencia de los maestros religiosos humanos. Uno es una fe cristocéntrica que depende totalmente de la gracia, el sacrificio y la expiación de Cristo para la salvación. El otro es un enfoque humanista de la fe que reemplaza la dependencia total de Cristo para la salvación por una dependencia de las tradiciones de la iglesia.
¿Cómo podemos protegernos de las influencias sutiles de Babilonia, como la tendencia (que es muy común) a depender de nosotros mismos y no plenamente de Dios?