“Y nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había propuesto en Cristo, para que, llegado el tiempo, reuniera en él, bajo una sola cabeza, todo lo que está en el Cielo y lo que está en la tierra” (Efe. 1:9, 10).
EFESIOS EN SU TIEMPO
¿Cómo comienza y termina Pablo su carta a los creyentes de Éfeso? ¿Qué aprendemos acerca de sus deseos más profundos para ellos? Ver Efesios 1:1 y 2; y 6:21 al 24.
Al comienzo de la carta, Pablo se identifica como el autor (Efe. 1:1). Hacia la mitad de la carta, Pablo nuevamente se identifica por nombre y se etiqueta como “prisionero de Cristo Jesús por amor a ustedes los gentiles” (Efe. 3:1), lo que introduce una reflexión personal sobre su trabajo como apóstol (Efe. 3:1–13). Hacia el final de la carta, nuevamente se refiere a su encarcelamiento (Efe. 6:20) y concluye con palabras personales (Efe. 6:21, 22). Si bien algunos eruditos niegan que la carta haya sido escrita por Pablo, es importante notar que la epístola claramente establece a Pablo como su autor. La mayoría de los cristianos acepta, y con razón, que Pablo es el autor.
¿En qué sentido se preocupa Pablo por el efecto que tendrá su encarcelamiento en los creyentes de Éfeso? Ver Efesios 3:13.
Efesios parece compartir el mismo tiempo y circunstancias generales con otras cartas que Pablo escribe desde la prisión: Colosenses (ver especialmente Col. 4:7, 8) y Filemón. Además, parece haber pasado un tiempo considerable desde que Pablo ministró en Éfeso (Efe. 1:15; 3:1, 2). Probablemente Pablo haya escrito Efesios en una prisión de Roma alrededor del año 62 d.C.
En Efesios, Pablo ofrece pocos detalles sobre la situación de su audiencia en Éfeso. El alcance de su atención es amplio. Aborda un gran lapso, comenzando con las decisiones de Dios tomadas “antes de la creación del mundo” (Efe. 1:4), y reflexiona ampliamente sobre los grandes temas de la salvación de Dios ofrecida en Cristo. Al hacerlo, la carta exhibe un estilo literario exaltado, con oraciones largas, expresiones repetitivas y metáforas desarrolladas. Pablo utiliza ese estilo en otras partes (p. ej., Rom. 8:31–39), pero se concentra en Efesios, que presenta una gran cantidad de expresiones de alabanza, oración y adoración (Efe. 1:3–14, 15–23; 3:14–21) y ofrece pasajes sumamente retóricos y cuidadosamente elaborados (p. ej., Efe. 4:1–16; 5:21–33; 6:10–20).