Mediante el Espíritu Santo, los creyentes pueden conocer “la incomparable grandeza de su poder hacia los que creemos, según la acción de su potencia. Ese poder Dios lo ejerció en Cristo cuando lo resucitó de los muertos, y lo sentó a su diestra en los cielos” (Efe. 1:19, 20).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Estudia estas dos descripciones de la exaltación de Cristo en los escritos de Elena de White:
“Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado al Espíritu Santo del Cielo a sus seguidores como prueba de que, como Sacerdote y Rey, había recibido toda autoridad en el Cielo y en la Tierra, y era el Ungido sobre su pueblo” (Los hechos de los apóstoles, p. 32).
“Los brazos del Padre rodean a su Hijo, y se da la orden: ‘Adórenlo todos los ángeles de Dios’ (Heb. 1:6).
“Con gozo inefable, los principados y las potestades reconocen la supremacía del Príncipe de la vida. La hueste angélica se postra delante de él, mientras el alegre clamor llena todos los atrios del Cielo: ‘¡Digno es el Cordero que ha sido inmolado, de recibir el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y la honra, y la gloria, y la bendición!’ (Apoc. 5:12).
“Los cantos de triunfo se mezclan con la música de las arpas angelicales, hasta que el Cielo parece rebosar de gozo y alabanza. El amor ha vencido. Lo perdido ha sido hallado. El Cielo repercute con voces que en armoniosos acentos proclaman: ‘¡Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!’ (Apoc. 5:13)” (El Deseado de todas las gentes, p. 774).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Reflexiona sobre el “ahora” y el “todavía no” de la exaltación de Jesús. ¿En qué sentido Jesús ya es el Señor de “todas las cosas”, con los poderes demoníacos subordinados a él, es decir, el “ahora”? Y ¿en qué sentido su pleno reinado sobre todas las cosas apunta hacia el futuro, el “todavía no”? (Ver 1 Cor. 15:24–28.)
- ¿En qué medida vives a la luz del gobierno de Cristo sobre todas las cosas? O ¿hasta qué punto vives bajo la autoridad de estos otros poderes, los poderes caídos, cuya autoridad se está desvaneciendo de todos modos? ¿Cómo sabes cuál es cuál y cómo puedes escapar de las fuerzas del mal que, aunque innegablemente están derrotadas, todavía prevalecen en nuestro mundo?