“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en pecados nos dio vida junto con Cristo. Por gracia ustedes han sido salvados” (Efe. 2:4, 5).
CÓMO NOS RESCATA DIOS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 2:1–10; 5:14; Romanos 5:17; Efesios 5:6; 2 Timoteo 1:7.
El 14 de octubre de 1987, Jessica McClure, de 18 meses de edad, estaba jugando en el patio trasero de la casa de su tía cuando cayó siete metros dentro de un pozo abandonado. Su situación crítica atrajo a medios de todo el mundo a Midland, Texas, EE. UU. Una audiencia global vio a la “bebé Jessica” durmiendo, llorando, cantando y llamando a su madre. Observaba mientras el personal de emergencias entubaba aire fresco a través del pozo.
Finalmente, 58 horas después de la caída, la audiencia mundial vio cómo Jessica era liberada del pozo que la había retenido por más de dos días. La foto ganadora del Premio Pulitzer, del fotógrafo Scott Shaw, capturó el momento: un cable de rescate pasa por en medio de los rostros angustiados de los rescatistas de Jessica, que miran el bulto vendado en el centro del drama: la bebé Jessica.
No hay nada tan apasionante como una buena historia de rescate, y Pablo, en Efesios 2:1 al 10, nos da una visión detallada y personal de la misión de rescate más grandiosa y arrolladora de todos los tiempos: los esfuerzos de Dios para redimir a la humanidad. El dramatismo de la historia aumenta al saber que no somos meros espectadores del rescate de otra persona, sino testigos del nuestro.