“Acerca de la pasada manera de vivir, despójense del hombre viejo, viciado por sus deseos engañosos. Renueven la actitud de su mente, y vístanse del nuevo hombre, creado para ser semejante a Dios en justicia y en santidad de la verdad” (Efe. 4:22-24).
BONDAD (NO AMARGURA)
Al referirse al “día de la redención” (Efe. 4:30), Pablo invita a sus lectores a considerar el uso de la palabra en el contexto de la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, se puede interpretar que Efesios 4:31 y 32 se refiere al uso de la palabra al acercarnos a ese gran acontecimiento.
A la luz de la venida de Cristo, ¿qué actitudes y comportamientos, relacionados con la palabra, debemos descartar? ¿Qué actitudes y comportamientos debemos adoptar? Efesios 4:31, 32.
En la exhortación final de Efesios 4:17 al 32, Pablo vuelve a dar un mandato negativo. Este identifica seis vicios de los que deben librarse (Efe. 4:31); un mandato positivo de ser benignos, compasivos y perdonadores (Efe. 4:32); y una justificación. Los creyentes deben perdonarse unos a otros “como también Dios los perdonó en Cristo” (Efe. 4:32). La lista de seis vicios comienza y termina con términos generales y globales, “toda amargura” y “toda malicia”. En el medio, hay cuatro términos adicionales: “enojo”, “ira”, “gritos”, “maledicencia” (Efe. 4:31).
El último de estos traduce la palabra griega blasfemia, que el español ha tomado prestada como término técnico para la palabra o la expresión degradante en contra de Dios. Sin embargo, el término griego identifica el discurso que difama a Dios o a otros seres humanos como “maledicencia”, o “calumnia” (RVA 2015). En la lista, las actitudes (amargura, enojo, ira) parecen desbordarse en un discurso airado (gritos, maledicencia). En esencia, Pablo desmilitariza el discurso cristiano. Las actitudes que impulsan el discurso airado y las estrategias retóricas que lo emplean deben eliminarse del arsenal del cristiano. La comunidad cristiana prosperará y se fomentará la unidad de la iglesia (comparar con Efe. 4:1–16) solo cuando estas cosas se dejen de lado.
Sin embargo, la maledicencia no debe suprimirse sino reemplazarse. Las conversaciones y las acciones en la familia de Cristo, y fuera de ella también, no deben surgir de la ira; deben estar motivadas por la bondad, la ternura y el perdón, basados en la norma más elevada de todas: el perdón que Dios nos ha extendido en Cristo (Efe. 4:32). Pablo presenta el “perdón vertical” (el que Dios nos ofrece a nosotros) como modelo para el “perdón horizontal” (el que nos ofrecemos unos a otros; comparar con Col. 3:13; Mat. 6:12, 14, 15).
Piensa en el poder de tus palabras. ¿Cómo puedes usarlas para edificar, animar y aumentar la fe?