“Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:16, 17).
PRACTIQUEMOS LA ORACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA
Al concluir su exhortación para la batalla, Pablo insta a los creyentes –como soldados– a participar en oración crucial y continua “por todos los santos” (Efe. 6:18) y por él mismo como embajador en prisión (Efe. 6:19, 20). Este llamado a la oración puede entenderse como una extensión de las imágenes militares, ya que invocar a Dios (o a los dioses) en oración era una práctica común en el antiguo campo de batalla. Para citar un ejemplo bíblico: siguiendo la exhortación de batalla de Jaziel, Josafat lleva a “todo Judá y los habitantes de Jerusalén” a postrarse “ante el Señor y [a] adorar[lo]” (2 Crón. 20:18). Si bien la oración no es un séptimo elemento de la armadura, es una parte integral de la exhortación para la batalla y la metáfora militar de Pablo.
En el primero de dos pedidos de oración, Pablo pide a los destinatarios que participen en una oración ferviente, urgente y perseverante “por todos los santos” (Efe. 6:18). Si la iglesia ha de tener éxito en su batalla contra los poderes del mal, necesitará practicar la dependencia de Dios mediante la oración inspirada por el Espíritu.
El segundo pedido de oración de Pablo es por sí mismo: “y oren también por mí” (Efe. 6:19). Pide oración para que Dios le conceda el mensaje correcto (“para que me sea dada palabra”), en el momento oportuno (“al abrir mi boca”, NBLA), y que pueda pronunciarlo de la manera correcta (“con denuedo”), al abordar un tema sumamente importante: “el misterio del evangelio” (Efe. 6:19). Esta última frase se refiere a lo que podríamos llamar el “secreto a voces” de la intervención de Dios en Cristo para redimir a los gentiles junto con los judíos (ver Efe. 3:1–13), al crear “una nueva humanidad” (Efe. 2:15, NVI, ver también Efe. 2:11–22) como una señal del plan general de “reunir en él [Cristo] todas las cosas” (Efe. 1:10, NVI).
Repasa los siguientes “llamados a la oración” en el Nuevo Testamento. ¿Cuál te inspira más? ¿Por qué? Lucas 18:1–8; Filipenses 4:6; Colosenses 4:2; 1 Tesalonicenses 5:16–18.
¿Por qué se insta tan a menudo a los creyentes a participar en la oración ferviente y perseverante? La metáfora militar de Pablo sugiere dos respuestas: (1) la amenaza de una batalla espiritual contra una serie de enemigos sobrenaturales es terrible y real; (2) las promesas de Dios de fortaleza espiritual y victoria se ilustran mediante las imágenes militares de Pablo (Efe. 6:10–17). La oración ferviente y perseverante nos brinda la oportunidad de escuchar atentamente estas promesas, celebrarlas y agradecer a Dios por los recursos de su gracia.