“Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:16, 17).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

viernes 22 de septiembre, 2023

“Un ejército en batalla se confundiría y se debilitaría a menos que todos trabajaran en conjunto. Si los soldados representaran sus propias ideas impulsivas, sin referencia a las posiciones ni al trabajo de los demás, serían una colección de átomos independientes; no podrían hacer el trabajo de un cuerpo organizado. Por eso los soldados de Cristo deben actuar en armonía. No hay que apreciarlos por sí solos. Si hacen esto, el pueblo del Señor, en lugar de estar en perfecta armonía, de tener el mismo sentir, el mismo propósito, y de consagrarse a un gran objetivo, notará que sus esfuerzos son inútiles, que ha desperdiciado su tiempo y sus capacidades. La unión hace la fuerza. Incluso si pocas almas convertidas actúan en armonía, con un gran propósito y bajo una sola autoridad, lograrán victorias en cada enfrentamiento” (Elena de White, Spalding and Magan Collection, p. 121).

¿Cuál es la importancia de que Pablo se etiquete como “un embajador en cadenas” (Efe. 6:20)?

Los embajadores a menudo cumplían roles comprometidos durante la guerra, por lo que la autodescripción de Pablo encaja en el contexto de su metáfora militar. Los embajadores merecían el mismo respeto que la persona o el país que los enviaba. Así que, hay un marcado contraste entre el estatus de Pablo como embajador del Gobernante Supremo del cosmos y la absoluta falta de respeto advertida por sus cadenas (literalmente, “cadena”). Sin embargo, dado que los embajadores usaban un “collar de cargo” ceremonial, la mención que hace Pablo de una “cadena” puede estar “sazonada con ironía”, en la que considera que su cadena es “una decoración para usar con distinción” (David J. Williams, Paul’s Metaphors: Their Context and Character [Peabody, MA: Hendrickson, 1999], p. 152).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. En tu propio rincón de un mundo dividido y en guerra, ¿qué significa para ti y tu congregación “hacer la paz”? ¿Cómo podemos ser agentes de paz en un mundo cada vez más caracterizado por la agresión y la violencia?
  2. ¿Qué “dardos encendidos” en particular están lanzando en tu dirección? ¿Cómo puedes asegurarte de que el “escudo de la fe” esté en su sitio para extinguirlos?
  3. A veces hablamos de “guerreros de oración”. ¿Cómo podríamos llevar a cabo un “ministerio de oración” basado en Efesios 6:18 al 20?
  4. ¿Cómo debemos tratar a los heridos en el campo de batalla del Gran Conflicto? ¿Cómo debemos tratar al creyente cristiano que, en el fragor de la batalla, huye por miedo o capitula abiertamente ante el otro bando?