“¿Qué aprovecha el hombre si gana el mundo entero y pierde su vida? ¿Qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Mat. 16:26).
NABUCODONOSOR
Como adventistas del séptimo día, creemos en lo que se conoce como la “expiación ilimitada”. Esto significa que, a diferencia de la postura de algunos cristianos, creemos que la muerte de Cristo fue por toda la humanidad, no únicamente por un grupo especial de los predestinados por Dios para la salvación. Porque Dios “desea que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:4), Jesús se ofreció como sacrificio “por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2). Por eso todos fuimos elegidos “en él desde antes de la creación del mundo” (Efe. 1:4), aunque no todos lo elijan a él. Por consiguiente, también, encontramos relatos en la Biblia de todo tipo de personas que son alcanzadas para Dios.
Lee Daniel 4. ¿Qué le sucedió al rey aquí, y qué nos dice esto acerca de la salvación que llegó a uno de los hombres más poderosos del mundo?
Un ejemplo sorprendente en la Biblia de cómo Dios alcanza a los incrédulos poderosos es la historia del rey Nabucodonosor. El juicio de Dios se ejecutó sobre él de una manera similar a la de algunos reyes israelitas (ver, por ejemplo, 2 Crón. 32:25, 26; 1 Rey. 14:21-31; 1 Sam. 28). El relato bíblico de Nabucodonosor, quien recapacitó y reconoció al Dios creador, muestra que Dios se preocupa tanto por los ricos y los poderosos como por los débiles y los necesitados. En el versículo 37, el hombre más poderoso de la Tierra declaró: “Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad, sus caminos justos y puede humillar a los que andan con soberbia” (Dan. 4:37). ¡Ojalá todos los ricos, los poderosos y los soberbios de entre los mortales comprendieran esta verdad!
¿Qué podemos aprender de esta historia? En primer lugar, Dios utiliza a creyentes comprometidos, como Daniel, como puente para llegar a los incrédulos poderosos. En segundo lugar, Dios puede intervenir directamente en el proceso de testificación para alcanzar a los incrédulos poderosos. Dios humilló a Nabucodonosor por su orgullo y su arrogancia. Y, aunque esta fue una historia muy dramática, hay muchas otras maneras en las que los ricos, los poderosos y los arrogantes pueden ser humillados.
Aunque no seamos ricos ni poderosos según los criterios del mundo, ¿por qué debemos tener cuidado de evitar el tipo de arrogancia que había manifestado este rey? ¿Por qué tener esa actitud es más fácil de lo que pensamos?