“Claman los justos y el Señor los escucha, y los libra de todas sus angustias” (Sal. 34:17).
LA SEGURIDAD DEL CUIDADO DE DIOS
Lee Salmos 40:1 al 3; 50:15; 55:22; y 121. ¿Cómo interviene Dios en nuestros asuntos cotidianos?
El Señor se revela en las Escrituras como el Dios vivo que actúa en favor de quienes lo invocan. El salmista afirma: “Al Señor he puesto siempre ante mí” (Sal. 16:8). Por eso confía en Dios y lo invoca (Sal. 7:1; 9:10). El Señor lo escuchará incluso cuando clame desde lo “profundo” (Sal. 130:1, 2), dando a entender que ninguna circunstancia de la vida escapa al dominio soberano de Dios. Así, el clamor del salmista, aunque es urgente, nunca carece de esperanza.
Salmo 121, por su parte, celebra el poder del Creador en la vida del que es fiel. Este poder incluye:
(1) “No dejará que tu pie resbale” (Sal. 121:3). La imagen del “pie” a menudo describe el camino de la vida (Sal. 66:9; 119:105; Prov. 3:23). La palabra hebrea para “resbalar” describe la seguridad que Dios da al mundo (Sal. 93:1) y a Sion (Sal. 125:1).
(2) La imagen del Señor como Guardián de Israel, que no se adormece ni duerme, pone de relieve la constante vigilancia y disposición del Señor para actuar en favor de sus hijos (Sal. 121:3, 4).
(3) El Señor es “tu sombra” (Sal. 121:5, 6), lo que evoca la columna de nube durante el Éxodo (Éxo. 13:21, 22). Del mismo modo, el Señor brinda refugio físico y espiritual a su pueblo.
(4) Dios está a tu diestra (Sal. 121:5). La mano derecha suele designar la mano más fuerte de una persona, la mano de la acción (Sal. 74:11; 89:13). Aquí transmite la cercanía y el favor de Dios (Sal. 16:8; 109:31; 110:5).
(5) La protección de Dios a su pueblo se confirma claramente en Salmo 121:6 al 8. Dios preservará a sus hijos de todo mal. Ni “el sol” ni “la luna” los afectarán. Dios preservará su “salida” y su “entrada”. Estas figuras poéticas subrayan el cuidado integral e incesante de Dios.
En resumidas cuentas, el salmista confiaba en el amoroso cuidado de Dios. Nosotros, por supuesto, deberíamos hacer lo mismo.
¿De qué manera práctica puedes experimentar mejor la realidad del cuidado de Dios? ¿Cómo puedes cooperar mejor con Dios para que él pueda obrar en ti y por ti?