“La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra angular. Obra del Señor es esto, es una maravilla a nuestros ojos” (Sal. 118:22, 23).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El Deseado de todas las gentes, “Dios con nosotros”, pp. 11-18.
Al ser a la vez oraciones de Cristo y oraciones acerca de Cristo, los salmos ofrecen una revelación única de la Persona y el ministerio redentor de Cristo como aquel que es “Dios con nosotros” (Mat. 1:23). Jesús es “Dios con nosotros” en las angustiantes oraciones de abandono y sufrimiento. Es “Dios con nosotros” en el clamor por justicia y liberación. Jesús es “Dios con nosotros” al no abandonarnos a nuestra perdición y desesperación, sino que nos muestra el camino victorioso de la fe. Se hizo por nosotros Sacerdote y Rey eterno a fin de salvarnos de la perdición eterna del pecado. En Cristo, el perfecto Rey davídico, se cumplen todas las solemnes promesas de salvación de Dios (2 Cor. 1:20).
Elena de White describe con agudeza la unidad de Cristo con la humanidad: “Por medio de su humanidad, Cristo tocó a la humanidad; por medio de su divinidad se aferró del Trono de Dios. Como Hijo del hombre nos dio un ejemplo de obediencia; como Hijo de Dios nos imparte poder para obedecer. Fue Cristo quien habló a Moisés desde la zarza en el monte Horeb diciendo: ‘YO SOY EL QUE SOY. [...] Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros’ (Éxo. 3:14). Tal era la garantía de la liberación de Israel. Asimismo, cuando vino ‘en semejanza de los hombres’, se declaró el YO SOY. El Niño de Belén, el manso y humilde Salvador, es Dios ‘manifestado en carne’ (1 Tim. 3:16). Y a nosotros nos dice: “YO SOY el buen pastor”. “YO SOY el pan vivo”. “YO SOY el camino, y la verdad, y la vida”. “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Juan 10:11; 6:51; 14:6; Mat. 28:18). YO SOY la seguridad de toda promesa. YO SOY; no tengan miedo” (El Deseado de todas las gentes, p. 16).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Cómo ha demostrado Dios su inquebrantable fidelidad a su pacto a pesar de la infidelidad del pueblo? ¿Qué consuelo trae eso a los hijos de Dios que luchan hoy?
- El sacerdocio único y superior de Cristo según el orden de Melquisedec, ¿de qué manera refuerza la certeza de la salvación del pueblo de Dios?
- Los evangelios muestran que muchas promesas mesiánicas de los salmos se cumplieron en Jesucristo. ¿Cómo demuestra esto la veracidad de la Palabra de Dios? ¿Por qué debemos resistirnos a todo sentimiento que tienda a debilitar nuestra confianza en la Palabra de Dios?
- ¿Qué gran consuelo podemos obtener de las palabras de Cristo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra” (Mat. 28:18)? ¿Cómo aplicamos esta promesa a nuestra propia experiencia?