“Anhelo y ardientemente deseo los atrios del Señor. Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Sal. 84:2).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Reflexiona sobre el mensaje de Isaías 40 e Isaías 51:1 al 16. Los cantos de Sion suponen un compromiso absoluto de mantenerse enfocados en Sion y en la esperanza viva en el reinado soberano de Dios que este representa. Aunque muchas bendiciones del Santuario de Dios se experimentan en esta vida, la esperanza en la plenitud de la vida y el gozo en Sion todavía están puestas en el futuro. Muchos hijos de Dios añoran con lágrimas la Sion celestial (Sal. 137:1). Recordar a Sion implica no solamente un pensamiento ocasional, sino un interés deliberado y la decisión de vivir de acuerdo con ese recuerdo vivo (Éxo. 13:3; 20:8).
Por eso, entonar los cantos de Sion conlleva la apasionada resolución de mantener viva la esperanza en la restauración del Reino de Dios en la Tierra Nueva (Apoc. 21:1-5). “Allí las mentes inmortales reflexionarán con deleite inagotable en las maravillas del poder creador, en los misterios del amor redentor. Allí no habrá enemigo cruel y engañador para tentar a olvidarnos de Dios. Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la mente ni agotará las energías. Podrán llevarse a cabo las mayores empresas, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las ambiciones más encumbradas; y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetivos que agucen las facultades de la mente, el alma y el cuerpo” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 735).
El compromiso de no olvidar a Sion es una promesa implícita, de los peregrinos del Señor, de que nunca aceptarán este mundo como su patria, sino que esperarán Cielos nuevos y Tierra Nueva.
Por ende, los salmos de Sion pueden ser entonados por creyentes de todas las generaciones que anhelan vivir en la Nueva Jerusalén (Apoc. 3:12). Los cantos de Sion nos animan a anhelar el mundo futuro, pero también nos obligan a ser representantes de la gracia de Dios en este mundo presente.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Cómo aprovechamos los principios espirituales y teológicos orientados al pueblo de Dios en Sion, un lugar literal en Jerusalén, para aplicarlos a la iglesia y a su misión en el mundo?
- Los creyentes, ¿cómo pueden morar hoy en el Santuario de Dios? (Juan 1:14-18; Heb. 12:22-24).
- ¿Cómo es que Sion se convertirá en la ciudad de todas las naciones, como anticipa Salmo 87? (Rom. 5:10; Efe. 2:11-16; Col. 1:19-23).
- ¿Cómo responderías a quien te señala la realidad de que los malvados prosperan en este mundo, mientras que hay muchos “buenos” que sufren? ¿Qué le dirías? ¿Por qué es importante reconocer que no tenemos respuestas completas para todo aquí y ahora?