“Entonces Pilato le dijo: ‘¿Luego, tú eres rey?’ Respondió Jesús: ‘Tú lo has dicho. Yo soy rey. Yo para esto he nacido, para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad oye mi voz’ ” (Juan 18:37).

JESÚS Y MARÍA

jueves 19 de diciembre, 2024

Lee Juan 20:11 al 13. ¿Qué sucedió aquí que muestra por qué María Magdalena aún no comprendía el significado de la tumba vacía?

La última referencia anterior hecha a María en el texto se refiere a su diálogo con Pedro y Juan acerca de la tumba vacía (Juan 20:2). Ellos corrieron al sepulcro, y ella volvió allí poco después. Luego de que Pedro y Juan inspeccionaran el sepulcro, abandonaron el lugar. Pero María volvió y se quedó allí llorando. Sin duda, había llorado mucho durante los últimos días. ¿Y ahora también esto? Se inclinó y miró adentro.

Para su sorpresa, dos ángeles vestidos de blanco estaban en la tumba, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús. Le preguntaron: “Mujer, ¿por qué lloras?” (Juan 20:13). Su dolorosa respuesta fue que se habían llevado a su Señor y que no sabía dónde lo habían puesto.

Lee Juan 20:14 al 18. ¿Qué cambió todo para María?

Con los ojos cargados de lágrimas, María se volvió y vio a alguien de pie detrás de ella. Con palabras parecidas a las de los ángeles, el forastero le pregunta: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” (Juan 20:15). Ella cree que está hablando con el encargado del huerto y le pide ayuda para encontrar el cuerpo de Jesús.

El Forastero dice una palabra: “María”. Fue una revelación de una sola palabra que cambió el mundo. De repente, la sorprendida María se da cuenta de que Jesús resucitado le está hablando y lo reconoce. Jesús insiste en que no lo detenga, pues debe ascender a su Padre. Pero le encomienda la tarea de ir a decir a los discípulos que él asciende a su Padre y al de ellos, a su Dios y al de ellos (Juan 20:17). María cumplió su misión. Dijo a los discípulos que había visto al Señor y también les contó el resto de los detalles que él había compartido con ella (Juan 20:18).

Lee 1 Corintios 15:12 al 20. Según Pablo, ¿de qué serviría nuestra fe cristiana si Cristo no hubiera resucitado?