“Entonces Pilato le dijo: ‘¿Luego, tú eres rey?’ Respondió Jesús: ‘Tú lo has dicho. Yo soy rey. Yo para esto he nacido, para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad oye mi voz’ ” (Juan 18:37).
LA TUMBA VACÍA
Lee Juan 20:1 al 7. ¿Qué importancia tiene para nosotros lo que se describe en estos versículos?
Jesús murió un viernes por la tarde y resucitó el domingo temprano. Como el sábado estaba cerca cuando fue sepultado (Juan 19:42), el proceso de sepultura se hizo apresuradamente y no fue completado. Por mucho que amaran a Jesús, sus seguidores guardaron el día de reposo y no fueron al sepulcro durante las horas sagradas (comparar con Mar. 16:1; Luc. 23:56). Después del sábado, algunas mujeres compraron especias para llevarlas al sepulcro el domingo de mañana. Para su sorpresa, la piedra había sido movida y el sepulcro estaba vacío.
María Magdalena fue una de las primeras en llegar al sepulcro. Corrió a contar a Pedro y a Juan lo que había visto. Los dos hombres corrieron hacia allí. Juan se adelantó a Pedro y llegó primero. Se inclinó, miró adentro y vio los lienzos con los que habían envuelto a Jesús. Pero no entró.
Pedro, en cambio, entró y vio los lienzos. Vio también el lienzo que había estado sobre la cabeza y el rostro de Jesús, pero no estaba con el resto de los paños. Estaba doblado y puesto aparte.
Lee Juan 20:8 al 10. ¿Qué implicaba el paño puesto aparte y doblado?
Después de que Pedro entrara en el sepulcro, entró también Juan. Juan 20:8 dice que entró, vio y creyó. ¿Por qué el hecho de ver los lienzos de la tumba y el paño del rostro puesto a un lado y doblado hizo que Juan creyera que Jesús había resucitado?
Para responder esta pregunta, es necesario reflexionar en primer lugar acerca de por qué la tumba estaría vacía. La respuesta más común sería atribuir aquello a los ladrones de tumbas. Pero esta explicación no es satisfactoria al menos por tres razones. En primer lugar, Mateo dice que la tumba estaba custodiada (Mat. 27:62-66), lo que hace improbable la opción del robo. Segundo, los ladrones de tumbas suelen robar objetos de valor, no cuerpos en estado de descomposición. Tercero, los ladrones de tumbas tienen prisa, y no doblan los lienzos de las tumbas. No es de extrañar, pues, que cuando Juan vio el paño doblado, creyera que Jesús había resucitado.