«Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33, RVC).
DIOS HA VENCIDO AL MUNDO
Si todo ocurriera según la voluntad ideal de Dios, nunca habría existido el mal, sino solo la dicha, el amor y la armonía perfectos. Con el tiempo, la Tierra será restaurada y así el universo entero volverá a estar en armonía con la voluntad perfecta e ideal de Dios. Mientras tanto, él hace que su voluntad se cumpla teniendo en cuenta las decisiones libres de sus criaturas.
Imagina un concurso de repostería en el que todos los participantes están obligados a utilizar una serie de ingredientes, pero pueden añadir cualquier otro que deseen para hacer el pastel o la torta que quieran. En última instancia, cualquiera que sea la torta que cada repostero decida hacer, ella estará determinada, al menos en parte, por algunos ingredientes que él no eligió.
Del mismo modo, dado que Dios se ha comprometido a respetar la libertad de las criaturas (libertad necesaria para el amor), muchos de los «ingredientes» que componen la historia del mundo no son elegidos por Dios, sino lo contrario de lo que él desea.
Desde este punto de vista, la providencia divina no es unidimensional. Dios no controla unilateralmente todo lo que sucede. Este hecho implica una visión bidimensional de la providencia de Dios. Algunas de las cosas que suceden son causadas por Dios, pero otras (como todos los males) son el resultado de las decisiones libres de sus criaturas. Dios no quiere que ocurran muchas de las cosas que suceden.
Lee Juan 16: 33. ¿Qué esperanza nos ofrece este texto, incluso en medio de las tribulaciones?
Especialmente en tiempos de sufrimiento o dificultad, la fe de las personas puede flaquear porque erróneamente creen que Dios les evitará o debería evitarles el sufrimiento y las dificultades propias de esta vida. Pero Jesús advierte a sus seguidores que experimentarán dificultades y tribulaciones en este mundo, pero que hay esperanza pues él ha vencido al mundo (Juan 16: 33).
El hecho de que enfrentemos sufrimientos y dificultades no significa que Dios desea idealmente eso para nosotros. Debemos tener siempre presente el panorama general del Gran Conflicto. Sin embargo, podemos confiar en que, aunque el mal en sí mismo no es necesario para el bien, Dios puede hacer que algo bueno resulte incluso de acontecimientos que no son buenos. Si confiamos en Dios, él puede utilizar incluso nuestros sufrimientos para acercarnos a él y motivarnos a ser compasivos y a cuidar de los demás.