“Y le fue dado dominio, y gloria y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su dominio es eterno, que nunca pasará, y su reino nunca será destruido” (Dan. 7:14).
NIMROD Y NÍNIVE
El Edén fue creado como el hogar ideal para los seres humanos. Cuando entró el pecado, Dios no tuvo más remedio que retirar a la humanidad del Jardín e impedirle el acceso al Árbol de la Vida, al menos temporalmente.
Fuera del Jardín, los humanos debían trabajar arduamente para subsistir. La vida se hizo más difícil, ya que tuvimos que convivir con el dolor y conseguir el sustento con el sudor de nuestra frente (Gén. 3:16-19). Nuestros primeros padres confiaron en que el Rey legítimo les proveería un camino de regreso al Jardín, y llevaron sacrificios a la entrada del Edén en fiel anticipación de la redención que Dios ofreció desde el principio al mundo caído.
“El Jardín del Edén permaneció sobre la Tierra mucho tiempo después de que el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos [...]. Aquí venían Adán y sus hijos a adorar a Dios. Allí renovaban sus votos de obediencia a esa Ley cuya transgresión los había arrojado del Edén. Cuando la ola de iniquidad cubrió el mundo, y la maldad de los hombres trajo su destrucción por medio de las aguas de un diluvio, la mano que había plantado el Edén lo quitó de la Tierra. Pero, en la restitución final, cuando haya ‘un cielo nuevo y una tierra nueva’ [Apoc. 21:1], se lo ha de restaurar más gloriosamente embellecido que al principio” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 46, 47).
Otros, sin embargo, buscaron “soluciones” humanas para los nuevos problemas, y así nacieron las ciudades-estado con la intención de disfrutar de una vida más fácil y, tal vez, de recuperar lo que se perdió en el Edén.
Lee Génesis 10:1 al 12. La Biblia presenta aquí a una serie de actores políticos clave que aparecen luego en el resto de la Biblia, incluidos Nínive y Babilonia. En vista de lo que sabemos acerca del papel de esas ciudades gracias al registro bíblico posterior, ¿qué podemos deducir del texto leído?
Algunos han llegado a la conclusión de que Nimrod fue un héroe noble, muy parecido a los personajes de la mitología pagana. Sin embargo, cuando la Biblia lo describe como “poderoso en la tierra” y “vigoroso cazador ante el Señor”, no se trata de un cumplido. Nimrod es grande en su propia opinión y está “ante” el Señor en el sentido de que desafía a Dios. Lo que vemos en estos textos es la propagación de la rebelión contra Dios, una rebelión que existirá hasta que sea erradicada para siempre.
¿Por qué el pecado de la rebelión contra Dios es más sutil de lo que percibimos? ¿Cómo podemos resguardarnos de este rasgo tan humano?