“Y le fue dado dominio, y gloria y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su dominio es eterno, que nunca pasará, y su reino nunca será destruido” (Dan. 7:14).
LAS NACIONES - PRIMERA PARTE
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 10:1-12; Génesis 12:1–9; 1 Samuel 8:4–18; Mateo 20:25–28; Apocalipsis 18:1–4.
El Apocalipsis presenta las soluciones de Dios para nuestro mundo caído. En los últimos capítulos se restablece el acceso al Árbol de la Vida, se levanta la maldición y somos readmitidos en la presencia de Dios. En cierto modo, el Apocalipsis es el libro de Génesis al revés, por lo que este sigue siendo una clave importante para entender cómo se originaron los problemas del mundo.
Uno de los temas clave tanto en Daniel como en Apocalipsis es el gobierno del mundo, una sucesión de intentos humanos de controlar un planeta que pertenece legítimamente a Dios y al que, cuando este horrible episodio de pecado y rebelión termine para siempre, él volverá a gobernar con justicia.
El largo proceso que conduce a ese momento abarca miles de años de experimentos humanos en materia de autonomía que nunca han funcionado, ni siquiera aquellos que proclaman los ideales más elevados, pero nunca alcanzados. Gran parte de la triste historia de la humanidad a lo largo de los siglos no es más que el relato de la tragedia que estos sistemas fallidos han traído sobre la humanidad. Más aún, todo empeorará hasta que se establezca finalmente el “reino eterno” de Dios (Dan. 7:27).