“Dios, alábente los pueblos, todos los pueblos te alaben. Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás a los pueblos con equidad, y guiarás a las naciones en la tierra” (Sal. 67:3, 4).

BAJO SUS PIES

martes 27 de mayo, 2025

Lee Salmos 47:1 al 4. ¿Qué dice el salmista acerca del lugar que nos espera en el reino de Cristo?

A largo plazo, el futuro es brillante. Hasta entonces, la humanidad ha cedido el dominio del planeta a Lucifer, y cuando Satanás apareció en el concilio celestial registrado en el libro de Job se jactó de que esta Tierra le pertenecía. “¿De dónde vienes?”, le preguntó Dios. “De rodear la tierra y andar por ella”, respondió (Job 1:7).

Satanás estaba declarándola su propiedad; el hecho de poner el pie en un lugar era en la antigüedad una manera de representar el derecho a la posesión. “Levántate, recorre la tierra a lo largo y a lo ancho, porque a ti te la daré”, dijo Dios a Abraham (Gén. 13:17).

Compara 1 Tesalonicenses 4:13 al 17 con Zacarías 14:4 y presta atención a lo que dice este último pasaje acerca de los pies de Cristo. ¿Qué diferencia encuentras entre esos pasajes y qué enseñan acerca de estos dos aspectos diferentes, pero relacionados, de la soberanía final de Cristo sobre este mundo?

Elena de White escribió lo siguiente acerca de lo que Cristo hará al final del Milenio: “Cristo desciende sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió después de su resurrección y donde los ángeles repitieron la promesa de su regreso. El profeta dice: ‘Y vendrá el Señor mi Dios, y con él todos los santos’. ‘Y en ese día afirmará sus pies sobre el monte de los Olivos que está al oriente de Jerusalén. El monte de los Olivos se partirá por el medio hacia el oriente y el occidente, y hará un valle muy grande’. ‘Y el Señor será rey sobre toda la tierra. En ese día el Señor será uno, y uno su nombre’ (Zacarías 14:5, 4, 9). La nueva Jerusalén, que desciende del Cielo con deslumbrante esplendor, se asienta en el lugar purificado y preparado para recibirla, y Cristo, con su pueblo y los ángeles, entra en la Santa Ciudad” (Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 720, 721).

Nota la esperanza que se nos ha dado en Jesús. Piensa en lo que significaría la vida si todo terminara para siempre con la muerte. Todo sería inútil, ¿verdad?