“El Señor le dijo: ‘He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, he oído el clamor que les arrancan sus opresores, pues conozco sus angustias. Y he descendido a librarlos de mano de los egipcios, y a sacarlos de este país para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, que mana leche y miel’ ” (Éxo. 3:7, 8).

CUATRO EXCUSAS

miércoles 9 de julio, 2025

Lee Éxodo 4:1 al 17. ¿Qué señales permitió Dios que Moisés realizara para reforzar así la posición de este como su mensajero?

Moisés trató nuevamente de rehuir la tarea que Dios le encomendaba (ver Éxo. 3:11). No quería ir a Egipto y enfrentarse al faraón. Después de todo, ya había fracasado antes cuando intentó por su cuenta ayudar a los hebreos. Además, su propio pueblo no creía en él ni lo aceptaba como su líder. Por eso formuló una tercera objeción: “¿Y si no me creen ni me escuchan?” (Éxo. 4:1, NVI). No era una pregunta motivada por el deseo de aprender algo nuevo, sino una manera de rehuir la responsabilidad que Dios le pedía que asumiera.

Se ordena entonces a Moisés realizar dos señales milagrosas ante los ancianos de Israel y, más tarde, ante el faraón: su vara se convierte en serpiente y luego vuelve a ser un bastón. Luego, su mano se vuelve leprosa, pero es curada al instante. Ambos milagros debían convencer a los ancianos de que Dios había elegido a Moisés como su instrumento. Se añadió un tercer milagro por si aquello no resultaba suficiente: convertir el agua en sangre (Éxo. 4:8, 9).

Aunque Dios habilitó a Moisés para realizar estos poderosos prodigios, este aún expresa una cuarta excusa: no es buen orador.

Lee Éxodo 4:10 al 18. ¿Cómo responde el Señor a Moisés y qué lecciones podemos extraer de ello para nosotros en el caso de cualquier misión a la que creamos que Dios nos llama?

Este conjunto de cuatro excusas muestra la renuencia de Moisés a aceptar el llamado de Dios. Enmascaró con objeciones “razonables” su renuencia a ir. Las tres primeras excusas tienen forma de preguntas: ¿quién soy yo? ¿Quién eres tú? ¿Y si no me creen? La cuarta objeción es una afirmación: “No soy elocuente”. Dios reaccionó ante todas ellas y aportó en cada caso una poderosa solución. En respuesta a estas excusas, Dios presenta muchas promesas edificantes.

Moisés presenta entonces su quinta y última súplica, y pide directamente: “Señor mío, por favor, envía a otro” (Éxo. 4:13). En respuesta, Dios le dice que ya está enviando a su hermano Aarón a su encuentro como apoyo. Finalmente, Moisés acepta en silencio el llamado y pide a Jetro su bendición antes de partir hacia Egipto.