“Después Moisés y Aarón se presentaron ante Faraón, y le dijeron: El Señor, el Dios de Israel, dice así: ‘Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto’. Y Faraón respondió: ‘¿Quién es el Señor para que yo obedezca su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al Señor, ni tampoco dejaré ir a Israel’ ” (Éxo. 5:1, 2).

COMO DIOS PARA FARAÓN

jueves 17 de julio, 2025

Lee Éxodo 6:28 a 7:7. ¿Cómo responde el Señor a la objeción de Moisés?

Dios se presenta a Moisés como Yahvé, lo que significa que es el Dios personal y cercano, el Dios de su pueblo, el Dios que entabló una relación de pacto con ellos.

Este Dios cercano vuelve a ordenar a Moisés que vaya a hablar con el faraón. Sin confianza en sí mismo, Moisés vuelve a objetar: “¿Cómo me oirá Faraón?” Aquí podemos ver de nuevo no solo la humildad de Moisés, sino también su reiterado deseo de librarse de la tarea, que hasta ahora no había sido exitosa.

“Cuando Dios ordenó a Moisés que se presentara de nuevo ante el faraón, Moisés manifestó desconfianza en sí mismo. El término aral sefataim (lit. ‘incircunciso de labios’ [RVA]), que se usa aquí para expresar la torpeza oratoria de Moisés (6:12, 30), es similar al que aparece en Éxo. 4:10, ‘tardo en el habla’ ” (Comentario bíblico Andrews [Florida: ACES, 2024], t. 1, p. 242).

En su misericordia, Dios hace que Aarón ayude a Moisés. Este hablará a Aarón, quien a su vez hablará públicamente al faraón. Así, Moisés desempeñará el papel de Dios ante el rey egipcio, y Aarón será su profeta.

Este relato proporciona una excelente definición del papel de un profeta como vocero de Dios. Es decir, como su representante para transmitir e interpretar la palabra dirigida por Dios al pueblo. Así como Moisés habló con Aarón y este con el faraón, Dios se comunica con un profeta, quien luego proclama la enseñanza de Dios al pueblo, ya sea verbalmente y en persona o, como era más frecuente, mediante el registro escrito del mensaje recibido.

Dios también explica a Moisés lo que puede esperar de los encuentros con el faraón. Le advierte que el enfrentamiento será intenso y prolongado, y le recalca por segunda vez que el faraón será muy terco y que endurecerá su corazón (Éxo. 4:21; 7:3). Sin embargo, el resultado será positivo, ya que “sabrán los egipcios que yo soy el Señor” (Éxo. 7:5, NVI). Es decir, Dios será glorificado incluso en medio del caos que sobrevendrá.

Moisés ya no tuvo excusas para negarse a hacer lo que Dios le encomendó. ¿Qué excusas podríamos presentar nosotros para intentar librarnos de lo que sabemos que Dios quiere que hagamos?