"Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré" (Salmos 63:7)
La verdad desnuda
Las águilas pueden elevarse hasta más de tres mil metros. Como el águila, David se remontó muy alto: alcanzó alturas de grandeza que pocos reyes alcanzaron; vestido con despojos de victorias militares y lleno de honor y gloria. Pero David olvidó que sus vestimentas eran un don de Dios. No podían esconder los pecados de un hombre de la vista de Dios.
La ropa de David, en un sentido espiritual, era sacerdotal y real. Sus pecados mancharon esa ropa e inspiraron los Salmos 32 y 51. Para apreciar las imágenes de las alas de Dios y de la divina cubierta en otros Salmos, necesitamos ver los eventos que los inspiraron. Cuán irónico y trágico es que, en un estudio dedicado a las lecciones espirituales de la vestimenta, la historia de la caída de David haya comenzado con la falta de ropa.
En el pináculo de su grandeza, David afrontó su batalla más feroz: no se peleó en el campo de batalla de Rabá sino en un pequeño espacio que se encontraba detrás de su lóbulo frontal. Satanás elige bien sus "armas". Lo que Goliat con su lanza no pudo hacerle a David, una mujer que se bañaba lo consiguió. David olvidó la lección de su honda: cuán fácilmente se derriba a un "gigante" con una piedrecita, o aquí, con una pequeña mirada.
Una piedra pequeña, y cae un gigante. Una mirada pequeña, y cae un rey. David hizo muchas cosas para "cubrir" su adulterio y evitar que se supiera. ¿Cuáles fueron? Lee 2 Samuel 11. ¿Por qué los intentos de cubrir el pecado, para que no se detecte o castigue, conducen solo a cometer mayores pecados? ¿De qué modo los detalles de la historia de David refuerzan este punto?
Una mirada prohibida terminó en asesinato y casi llegó a una guerra civil. La historia de David es de un encubrimiento tras otro. La realidad es que un pecado, sin confesar y abandonar, lleva a otro mayor para esconder el anterior. David cometió adulterio y asesinato bajo el manto del poder real. Pero, los ojos de Dios ven debajo de la vestidura exterior y desnudan el corazón.
Se ha dicho: "Si la adversidad ha asesinado a miles, la prosperidad ha asesinado a diez miles". Recordando la vida de David, ¿a qué peligros expone la prosperidad al alma? ¿Por qué la adversidad a menudo nos acerca más a Dios? ¿Cómo podemos evitar las trampas de la prosperidad?