"En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en  mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de  justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas" (Isaías  61:10).

No traigan más sacrificios inútiles

domingo 15 mayo, 2011

"Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas,  los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las  piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los  anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los  velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados" (Isaías 3:18- 23).

Los capítulos iniciales de Isaías presentan un cuadro más bien sombrío de la condición espiritual del Reino del Sur. Con el tiempo, los descendientes de quienes habían presenciado los increíbles milagros del Éxodo habían caído en la complacencia, y ¡peor aún! Sin duda, la mayoría de ellos creía que todas esas cosas maravillosas habían sucedido, pero la pregunta que podrían haberse hecho es: ¿Y qué? ¿Qué tiene que ver eso con nosotros hoy? ¿Por qué lo que sucedió a nuestros antepasados hace mucho es relevante para nosotros en la actualidad?

Repasa someramente los cinco primeros capítulos de Isaías. ¿Cuáles eran algunas de las cosas que hacía la gente, o las actitudes que tenía, que provocaban una advertencia tan severa sobre ellas? ¿Qué similitudes puedes encontrar con nuestra iglesia hoy?

Nota lo que se encuentra en el primer capítulo, donde el Señor desprecia todas sus observancias y sus prácticas religiosas. En otras palabras, estas eran personas que profesaban servir al Señor y que cumplían las formas de la adoración. Pero ¿qué dice el Señor acerca de ellas y de su adoración? (Ver Isaías 1:11-15).

Como siempre, el Señor está lleno de gracia; y está buscando salvar a todos los que pueda. La cruz es toda la prueba que alguna vez tendremos acerca de cuánto quiere Dios que tengamos salvación. Así, aun en estos capítulos iniciales, vemos a Dios llamando a su pueblo, ofreciéndole un camino para evitar el desastre.

¿Cómo adoras al Señor? ¿En qué estás pensando cuando lo haces? ¿Cuánto es show, y cuánto es sumisión, alabanza y arrepentimiento profundamente sentidos, y cómo puedes conocer la diferencia?

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