"En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en  mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de  justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas" (Isaías  61:10).

Labios inmundos

lunes 16 mayo, 2011

En el contexto del triste cuadro presentado en la sección de ayer, el profeta Isaías recibió su llamado. Sucedió por el año 739 a.C., el año en que murió el rey Uzías de Israel. Uzías comenzó bien pero finalmente cayó en la apostasía (2 Crónicas 26) y sufrió un final terrible. En ese momento, Isaías comenzó su ministerio pero no antes de tener una poderosa visión de Dios.

Lee Isaías 6:1 al 8. ¿Qué clase de reacción tuvo Isaías? ¿Por qué es tan importante, especialmente para nuestra comprensión del plan de salvación?

"¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos" (Isaías 6:5). Nota, la respuesta de Isaías no fue acerca del poder y la majestad de Dios en contraste con su propia debilidad; ni fue acerca de la eternidad de Dios en contraste con su propia temporalidad. En cambio, la respuesta trató con la moralidad. Isaías, viendo esta visión de Dios, viendo las "orlas de su manto" (Isaías 6:1, NVI) que llenaban el templo, fue abrumado por el contraste entre la santidad de Dios y su propia condición pecaminosa. En ese momento, se dio cuenta de que su gran problema era moral, y que su naturaleza caída y su corrupción podían ser su ruina. Además, ¿cómo podría él, "hombre inmundo de labios" hablar en nombre de Jehová de los ejércitos?

¿Cuál fue la solución de este problema? (versos 6,7).

El acto simbólico de tocar sus labios con un carbón encendido revela la realidad de la conversión de Isaías. Ahora sus pecados estaban perdonados; tenía una vida nueva en el Señor, y el fruto de esa conversión se vio en el versículo 8, cuando clamó: "Heme aquí, envíame a mí". Sabiendo que su pecado había sido purificado, ahora avanzaba por fe, confiando en la justicia y la santidad del Dios revelado a él en esa visión.

La culpa de Isaías fue quitada; su pecado, expiado. Era "nacido de nuevo", y el fruto inmediato fue su disposición de responder al llamado: "¿A quién enviaré?" Pregúntate ahora: ¿Qué clase de fruto se manifiesta en tu vida después de tu conversión?

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