"Y os alegraréis delante de Jehová vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que habite en vuestras poblaciones; por cuanto no tiene parte ni heredad con vosotros" (Deuteronomio 12:12).

EL HOLOCAUSTO CONTINUO

martes 19 julio, 2011

"Esto es lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día, continuamente. Ofrecerás uno de los corderos por la mañana, y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde" (Éxodo 29:38, 39).

La ofrenda diaria de corderos, el "holocausto continuo" (vers. 42), debía enseñar a la gente su constante necesidad de Dios y su dependencia de él. El fuego sobre el altar debía arder de día y de noche (Levítico 6:8-13), y serviría como un recordativo de su necesidad de un Salvador.

Dios nunca quiso que la ofrenda diaria de un cordero fuera un acto rutinario. Era un tiempo de "intenso interés para los adoradores", de preparación para la adoración, de oración silenciosa y de "un ferviente examen de sus corazones y luego confesar sus pecados". Su fe había de aferrarse a las promesas de un Salvador por venir, el verdadero Cordero de Dios que derramaría su sangre por los pecados de todo el mundo ( ver PP 366, 367).

¿Cómo vinculan los textos siguientes la muerte de Cristo con los sacrificios de animales en el sistema del Antiguo Testamento? Hebreos 10:1-4; 1 Pedro 1:18, 19.

En Hebreos 10:5 al 10, Pablo cita Salmo 40:6 al 8, mostrando que Cristo cumplió el significado de los sacrificios. Él sugirió que Dios no tenía placer en esos sacrificios, pero que estos tenían la intención de ser un tiempo de tristeza por el pecado y de arrepentimiento. Además, el ofrecer a su Hijo como el sacrificio máximo sería un tiempo de agonía terrible y de gran tristeza para el Padre y para el Hijo. Pablo enfatiza que la verdadera adoración debe fluir de un corazón perdonado, limpiado y santificado, que se deleita en obedecer a Dios. "Así que, hermanos, os ruego [...] que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Romanos 12:1).

La adoración significa darnos a nosotros en forma completa a Dios, como un sacrificio viviente. Cuando nos damos a nosotros primero, entonces seguirán nuestros dones, alabanzas y corazones. Esta actitud es una protección segura contra los ritos faltos de sentido y vacíos.

Pregúntate: ¿He entregado todo a Cristo, quien murió por mis pecados? ¿O hay algún rincón de mi corazón que rehuso soltar? Si es así, ¿qué es, y cómo puedo estar dispuesto a renunciar a ello?

Más de ESU