"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen  
  de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dul-
  ce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de  
  los que son prudentes delante de sí mismos" (Isaias 5:20, 21).

BIENAVENTURADO TÚ, OH, ISRAEL

martes 26 de julio, 2011

Imagínate la escena: el fiel siervo Moisés, reprendido por Dios por su manifestación de ira, está delante de la nación de Israel (Números 20:8-12). Más tarde, Moisés sabe que pronto ha de morir. Cuán fácil podría haber sentido autocompasión y frustración. Sin embargo, aun entonces sus pensamientos fueron dirigidos hacia su pueblo y el futuro que debían afrontar. Ante el pueblo como su líder, por última vez, Moisés, bajo la inspiración del Espíritu Santo, pronunció una bendición sobre cada tribu.

Lee Deuteronomio 33:26 al 29. ¿Qué está diciendo Moisés aquí que puede ayudarnos a comprender mejor lo que significa adorar a Dios? ¿Qué verdades y principios podemos aplicar al procurar aprender más acerca de qué es la verdadera adoración?

La palabra Jesurún es un término poético para Israel (ver Deuteronomio 33:5,26). Proviene de una raíz (yashar) que significa “recto” o “derecho”, no meramente en lo físico, sino también moralmente. Job fue descrito (Job 1:1) como “perfecto y recto” (de yashar) (ver también Salmos 32:11; 91:11; Proverbios 15:8). Por eso, Moisés está hablando acerca de cómo debería ser el pueblo de Dios idealmente, los que han entrado en una relación de pacto con él.

Como siempre, el foco principal aquí está en los actos de Dios en favor de su pueblo. Todas las cosas que le sucederían a Israel – la victoria sobre los enemigos, la seguridad, la salvación, el fruto de la tierra– les acontecerían por causa de lo que Dios había hecho por ellos. Cuán importante es que nunca olvidemos estas verdades importantes. Entre las muchas cosas que la adoración puede hacer por nosotros es ser un continuo recordativo de lo que “el Dios de Jesurún” hace por nosotros. La alabanza y la adoración –ya sea verbal o expresada con pensamientos del corazón y de la mente– pueden hacer mucho para ayudarnos a mantenernos centrados en Dios, y no en nosotros mismos y en nuestros problemas.

Piensa en todo lo que tienes para alabar y adorar a Dios. ¿Por qué es importante recordar en todo momento todas estas bendiciones, todo lo que Dios ha hecho por ti? De otro modo, ¡cuán fácil es caer en el desánimo!