"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen  
  de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dul-
  ce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de  
  los que son prudentes delante de sí mismos" (Isaias 5:20, 21).

FUEGO DE DELANTE DE DIOS

lunes 25 de julio, 2011

"Ayudado por sus hijos, Aarón ofreció los sacrificios que Dios estipulaba, y alzó sus manos y bendijo al pueblo. Todo se había hecho conforme a las instrucciones de Dios, y el Señor aceptó el sacrificio y reveló su gloria de una manera extraordinaria: descendió fuego de Dios y consumió la víctima que estaba sobre el altar. El pueblo vio estas maravillosas manifestaciones del poder divino, con reverencia y sumo interés. Las tuvo por señal de la gloria y el favor de Dios, y todos a una elevaron sus voces en alabanza y adoración, y se postraron como si estuviesen en la inmediata presencia de Jehová" (PP 373).

Es difícil creer que después de algo tan dramático seguiría una caída terrible. Pensaríamos que, con esa demostración del poder de Dios, todo el pueblo, particularmente los sacerdotes tan altamente honrados, habrían seguido estrictamente la línea marcada. ¡Cuán necios somos al estimar en menos la corrupción del corazón humano, especialmente del nuestro!

Lee la historia de Nadab y Abiú en Levítico 10:1 al 11. ¿Quiénes eran? ¿Cuál fue su pecado? (Compara con Éxodo 30:9; Levítico 16:12; 10:9). Después de lo que acababa de suceder, ¿qué importancia se encuentra en cómo murieron? ¿Qué lección evangélica podemos aprender de esta trágica historia?

Las palabras hebreas tanto en Levítico 9:24 como 10:2 son las mismas: "Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió..." (9:24). ¿Consumió qué? En el primer caso, la ofrenda; en el otro, a los pecadores. ¡Qué representación poderosa del plan de salvación! En la cruz, el "fuego de Jehová", la ira de Dios, "consumió" la ofrenda, que era Jesús. Por eso, todos los que ponen su fe en él nunca tendrán que afrontar ese fuego, esa ira, porque un sustituto lo hizo por ellos. Sin embargo, quienes rechazan los caminos de Dios y siguen los propios, como estos sacerdotes, tendrán que afrontar el fuego ellos mismos (Apocalipsis 20:9). La misma gloria que se reveló en la cruz será la gloria que, al final, destruirá el pecado. ¡Qué elección aguda y sin ambigüedades está ante nosotros!

En cierto sentido, el fuego es fuego. ¿Cuál es la diferencia? En este caso, fue un fuego grande. Piensa no solo en cómo adoras, sino también en tu vida en general. ¿Qué "fuego extraño" necesitar apagar en tu vida?