“Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discerni miento del bien y del mal” (Hebreos 5:14).
EL ARTE (Y EL MAL) DE LAS CONCESIONES
Se ha dicho que la política es el arte de hacer concesiones. La palabra arte, en este caso, es muy importante, porque las concesiones pueden ser muy sutiles, acciones con matices, de parte de la persona que las hace. Un buen político es el que puede conseguir que la gente conceda sus puntos de vista, comprometa posiciones, y a menudo ni siquiera se dé cuenta de lo que les están haciendo. En este contexto, no hay duda de que Satanás es el mejor político que existe.
En toda la Biblia, encontramos ejemplos de este mal, el mal de las concesiones o las acomodaciones. No es que toda concesión o compromiso sean malos. En cierto sentido, la vida misma es una clase de avenencia. En cambio, las transigencias llegan a ser otra manifestación de la corrupción y del mal humanos cuando los que saben mejor se apartan de la verdad. Por ejemplo...
Lee 1 Reyes 11:1 al 13. ¿Qué sucedió aquí? ¿Qué había en Salomón que hizo que sus acciones fueran tan malas? ¿De qué modo esta apostasía impactó la adoración, la fe y todo el sistema religioso de Israel? Y lo más importante, ¿qué lecciones podemos obtener para nosotros hoy de esto y de todo el tema de las concesiones?
La frase más reveladora es la afirmación de que “cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos” (1 Reyes 11:4). Es decir, no sucedió de la noche a la mañana. El fiel, consagrado y piadoso hombre no se apartó repentinamente de Dios. En cambio, eso sucedió poco a poco, durante algún tiempo; una pequeña transigencia aquí, otra allí, cada paso lo llevó más y más lejos hasta que estuvo haciendo algo que el Salomón de los primeros años sin duda estaría horrorizado de ver.
Considera, también, lo que sus concesiones hicieron en la adoración de Israel. Tuvieron un impacto negativo que duraría varias generaciones y más todavía.
De vez en cuando escuchas historias de personas que dejaron la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y luego de años volvieron, solo para recibir un impacto por los cambios que vieron en áreas tales como la teología, las normas y la adoración. Aunque eso no siempre es malo, bien podría ser malo en algunos casos. ¿Cómo podemos saber cuál es la diferencia?