“Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra” (Apocalipsis 14:3).

APOCALIPSIS 13

martes 20 septiembre, 2011

De la introducción en adelante, hemos visto cómo la crisis final del último tiempo se centrará en el tema de la adoración. El problema de la adoración no es un asunto pequeño. El destino eterno de las almas depende de él. Esta verdad vital llega a ser más evidente cuando vemos lo que se desarrolla en Apocalipsis 13 y 14.

Lee Apocalipsis 13 y responde las preguntas siguientes:

1. ¿Cuál es el contexto histórico de estos versículos? ¿De qué hablan, histórica y proféticamente?

2. ¿Cuán a menudo el tema de la adoración aparece aquí? ¿Qué nos dice acerca de cuán central es la adoración?

3. En este capítulo, ¿dónde está el evangelio, la salvación que Cristo nos ofrece?

Desde el principio de la gran controversia, Satanás ha procurado destruir la autoridad y el poder de Dios. La batalla que él comenzó en el cielo ahora se está desarrollando en la Tierra. Este capítulo muestra la obra del enemigo por medio de la historia, por medio de poderes presentados allí, y cómo culminará en la crisis final que rodea el problema de la adoración, ya que todos los que no adoren a la bestia y a su imagen afrontarán persecución física y económica. Aun cuando Satanás sabe que está derrotado, que en la cruz todo terminó para él, todavía continúa la lucha, y sigue procurando engañar a tantos como pueda, y lo hará hasta el mismo fin.

No obstante, tenemos Apocalipsis 13:8 , que se refiere a Jesús como "el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo"; es decir, aun antes de todo esto, comenzó sobre la Tierra el "pacto eterno" (Hebreos 13:20 ), que ofrece a todos los seres humanos la oportunidad de la salvación. Los que realmente han aceptado esa salvación, cuyos nombres están en el Libro de la Vida, no adorarán a la bestia o a su imagen. Estarán adorando, en cambio, a aquel que "nos lavó de nuestros pecados" (Apocalipsis 1:5 ) y sin duda harán lo mismo en el cielo.

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