"Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!" (Hechos 11:18).
UN CONFLICTO DENTRO DE LA IGLESIA
Nada humano es perfecto, y pronto hubo problemas en la nueva comunidad de fe.
No todos estaban contentos con el ingreso de creyentes gentiles a la iglesia. No era por el concepto de una misión gentil, sino sobre cómo debían entrar los gentiles. Algunos sentían que solamente la fe en Jesús no era suficiente para que fueran cristianos; faltaba la circuncisión y la obediencia a la ley de Moisés para ser verdaderos cristianos. (La división entre judíos y gentiles se ve en Hechos 10:1 al 11:18, por la experiencia de Pedro con Cornelio y la reacción que siguió.)
Las visitas que venían de Jerusalén, y supervisaron el trabajo de Felipe entre los samaritanos (Hechos 8:14) y la obra con los gentiles en Antioquía (Hechos 11:22), muestran las preocupaciones por la presencia de los no judíos en la comunidad cristiana. La reacción al bautismo de Cornelio, un soldado romano incircunciso, es un ejemplo del desacuerdo entre los primeros creyentes. La inclusión de un gentil como Cornelio pudo haber hecho sentir incómodos a algunos, pero el trabajo de Pablo de abrirles las puertas de la iglesia a los gentiles, solamente sobre la base de la fe en Jesús, resultó en que algunos intentaron socavar el ministerio de Pablo.
¿De qué manera ciertos creyentes de Judea trataron de contrarrestar la obra de Pablo entre los cristianos gentiles en Antioquía? Hechos 15:1-5.
Aunque el Concilio de Jerusalén (Hechos 15) apoyó a Pablo en lo de la circuncisión, siguió la oposición a su ministerio. Siete años más tarde, durante la visita final de Pablo a Jerusalén, muchos todavía tenían sospechas del evangelio de Pablo: mientras visitaba el Templo, casi perdió la vida cuando los judíos del Asia exclamaron: "¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar" (Hechos 21:28; ver también 21:20, 21).
Ponte en el lugar de estos creyentes judíos preocupados por la enseñanza de Pablo. ¿Por qué su preocupación y su oposición tenían cierto sentido? ¿Qué nos enseña esto acerca de cómo nuestras ideas preconcebidas, culturales y aun religiosas, pueden descarriarnos? ¿Cómo podemos aprender a protegernos de cometer los mismos errores, no importa cuán bien intencionados seamos?