“Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará” (Isaías 33:22).
LA LEY Y LOS PROFETAS
Existe poca controversia acerca de la existencia de la ley en el periodo posterior al Sinaí. Los escritos del Antiguo Testamento están llenos de menciones de la ley. Y aunque, muy a menudo, hacen referencia a la transgresión de la Ley por parte de Israel; y al subsecuente castigo, otros textos revelan reverencia y el gran amor que muchos de Israel tenían por toda la ley, que incluía no solo los Diez Mandamientos, sino todas las reglas y preceptos que Dios les había dado.
¿Cómo exaltan la ley los siguientes textos? ¿Qué actitudes revelan? Isaías 48:17, 18; Salmos 119:69-72; Salmos 119:97-103; Jeremías 31:33.
Contrariamente a la creencia popular, los que entendían la función de la ley en Israel nunca la vieron como un medio de salvación. La religión hebrea fue siempre una religión de gracia, aun cuando el pueblo se fuera de un extremo al otro: de pisotear la ley abierta y ostensiblemente, como en el período del primer templo, al legalismo extremo, como se ve en el tiempo de Jesús.
Entonces, ¿por qué ese amor a la ley? Si comprendemos que la palabra ley abarca no solo los Diez Mandamientos sino todas las enseñanzas del Antiguo Testamento, en especial las de los primeros cinco libros de Moisés, entonces entenderemos que ellos amaban el mensaje de salvación de gracia. Ellos amaban "la verdad" como se les había revelado y como la habían captado. No era un amor a las reglas, sino un amor a un conjunto de criterios y principios que, si los guardaban, les abrirían el camino a muchas bendiciones y promesas, porque Dios les había dado todo eso para su propio bienestar. ¿Es diferente hoy?
Piensa en todo lo que Dios nos ha dado como pueblo. ¿Qué podríamos hacer para vivir en la maravillosa luz con que hemos sido bendecidos?