“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).

TRABAJAR JUNTOS, CON DIOS

miércoles 11 abril, 2012

Ayer notamos la importancia de trabajar juntos en la evangelización. Debemos comprender que trabajamos juntos para alcanzar un objetivo divino. Por lo tanto, cuando una iglesia considera planes de testificación y evangelización, los miembros deben sentir que están trabajando juntos y con Dios, quien motiva, da poder y provee el crecimiento.

Lee Hechos 2:47 y 1 Corintios 3:5 al 9. ¿Cuál es el resultado de la influencia de Dios en la iglesia al compartir el evangelio?

Lee 2 Pedro 3:9 y Tito 2:11. ¿Qué motiva y da poder a los creyentes para trabajar juntos con Dios?

Las Escrituras abundan en evidencias del amor de Dios por los seres humanos. Por eso, no sorprende que Dios haya tomado la iniciativa en la salvación de la humanidad. En verdad, la cruz provee todas las pruebas que necesitemos con respecto a cuánto nos ama Dios y desea que estemos en su Reino eterno. De hecho, el Señor nos ha bendecido por medio de su gracia maravillosa, como se revela por medio de la cruz, y esto crea en nosotros el deseo de compartir lo que hemos recibido gratuitamente (ver Mateo 10:8).

Aunque a veces los discípulos trataron de trabajar solos (ver Mateo 17:14- 21), mayormente trabajaron juntos lo humano y lo divino. Jesús llamó a los primeros discípulos y les prometió hacerlos pescadores de hombres; y, por medio del ministerio de ellos, muchos otros llegaron a ser creyentes. Sin embargo, había otro aspecto divino que necesitarían después de que Jesús regresara al cielo. Ese era el Espíritu Santo, que daría poder a la iglesia primitiva en su misión de testificación y de evangelización.

Quienes hoy participan en la evangelización también son colaboradores de Dios para la salvación de otros. Debemos orar para que el Espíritu Santo nos enseñe a presentar el amor de Dios de una manera que alcance los corazones de aquellos que necesitan un Salvador. Necesitamos percibir que no podemos hacer nada sin el Señor, y que solo por una actitud de fe, humildad y disposición a morir al yo y a servir a otros podemos ser testigos más efectivos.

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