“Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo” (1 Tesalonicenses 2:19, 20).

INTERLUDIO EN ATENAS

martes 10 de julio, 2012

Según Hechos 17:14 al 16, Silas y Timoteo se quedaron en Berea mientras Pablo iba a Atenas; luego, Pablo pidió a sus acompañantes que les indicaran a Silas y a Timoteo que fueran a Atenas, pero no se menciona si lo hicieron. Sin embargo, se nos dice en 1 Tesalonicenses 3:1 y 2 que Pablo envió a Timoteo de regreso a Tesalónica desde Atenas, así que Timoteo parece haber estado con Pablo allí por un poco de tiempo.

Cuando Pablo les habló a los judíos, en Hechos 17:2 y 3, empezó refiriéndose hablando del Mesías tal como se anuncia en el Antiguo Testamento. Cuando se dirigió a los filósofos paganos en Atenas (Hechos 17:16-34), ¿cómo comenzó? ¿Qué podemos aprender de estos dos enfoques?

Pablo, en Atenas, visitó el Areópago (llamado también Monte de Marte), y habló con los filósofos allí. Recorrió la ciudad haciendo sus propias observaciones. Habló a los judíos de Atenas y a algunos griegos en la sinagoga. Además de predicar como acostumbraba (ver Hechos 17:2, 3), también estuvo aprendiendo algo de la cultura dominante allí. El primer paso en cualquier esfuerzo misionero es escuchar y aprender acerca de la fe y de cómo ve el mundo la gente a la que se quiere alcanzar.

Pablo también pasó tiempo en el mercado de Atenas (que estaba en la parte baja, frente al Areópago), razonando con quienes estaban dispuestos a dialogar con él. Provocó la curiosidad de algunos filósofos epicúreos y estoicos, que lo invitaron a hablarles en el lugar tradicional para tales conversaciones.

Comenzó su discurso a los intelectuales de Atenas haciendo referencia su ciudad y su religión. Su punto de partida teológico fue la creación, un tema en el cual él y ellos estaban interesados. En contraste con su enfoque en la sinagoga, no discutió su caso desde las Escrituras, sino desde los escritos con los cuales ellos estaban familiarizados (Hechos 17:27, 28 cita a autores griegos). Pero, cuando llegó más allá de los límites con los que ellos estaban intelectualmente cómodos, los filósofos parece que terminaron abruptamente la discusión. Sin embargo, unas pocas personas siguieron hablando con Pablo y llegaron a ser creyentes.

¿Cuán bien entendemos la cosmovisión y las creencias religiosas de quienes nos rodean? ¿Por qué es importante que tengamos por lo menos algún conocimiento de estas cosas cuando procuramos testificar?