"Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación" (1 Tesalonicenses 4:7).

CONCLUSIÓN

viernes 17 de agosto, 2012

“El amor es un principio puro y sagrado; pero la pasión concupiscente no admite restricción, no quiere que la razón le dicte órdenes ni la controle. No vislumbra las consecuencias; no quiere razonar de la causa al efecto” (MCP 1:227).

“[El amor] es puro y santo. Pero la pasión del corazón natural es otra cosa muy diferente. Mientras que el amor puro tendrá a Dios en todos sus planes, y estará en perfecta armonía con el Espíritu de Dios, la pasión será obstinada, temeraria, irrazonable, desafiante de toda restricción, y hará un ídolo del objeto de su elección. En toda la conducta del que posee el verdadero amor, se mostrará la gracia de Dios” (R&H, 25 de septiembre de 1888).

“Los que no quieren ser víctimas de las trampas de Satanás, deben guardar bien las avenidas del alma; deben evitar el leer, mirar u oír lo que podría sugerir pensamientos impuros. No se debe permitir que la mente se espacie al azar en cualquier tema que sugiera el enemigo de nuestras almas. Hay que vigilar fielmente el corazón, o los males de afuera despertarán los males de adentro, y el alma vagará en tinieblas” (HAp 427).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. En la página citada de Los hechos de los apóstoles, Elena de White habla de “guardar bien las avenidas del alma”. ¿Cuáles son algunas formas prácticas en que los creyentes pueden hacer esto? ¿Qué implicaciones tiene este principio para nuestras elecciones en entretenimientos y en educación?

2. En 1 Tesalonicenses, Pablo usa con frecuencia la expresión “más y más” para describir el crecimiento de la conducta y el carácter cristianos. ¿Qué pueden hacer las iglesias para estimular esta clase de “más y más”?

3. Si un joven te pidiera que le des, por lo menos, dos razones prácticas de por qué debería “esperar hasta el matrimonio” antes de tener sexo, ¿qué le dirías, y por qué?

RESUMEN: En los primeros doce versículos del capítulo 4, Pablo se ocupa de dos de los problemas más difíciles que se encuentran en la mayoría de las iglesias, especialmente las urbanas. La sexualidad es un asunto muy privado; no obstante, hay un enorme peligro cuando la iglesia no confronta la inmoralidad sexual. Igualmente importante es la clase de “iglesia” que el mundo ve en el vecindario y en el lugar de trabajo. Los criterios que sugiere Pablo en estos asuntos son tan importantes hoy como en lo eran en su tiempo.