“Así que, hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses. 2:15).
AMOR FUERTE
Según Mateo 18:15 al 17, ¿cómo ha de tratar la iglesia a alguien que fue desglosado de ella?
La disciplina eclesiástica es uno de los problemas más difíciles en una iglesia local. A menudo, un miembro que yerra es familiar o amigo de otro miembro. Algunos prefieren no disciplinar a nadie; otros prefieren sanciones severas. ¿Cómo hallamos la voluntad de Dios con tantos intereses en conflicto?
Mateo 18 sugiere: 1) tener una conversación personal entre el ofendido y el que ofendió. El perdón debe ser la meta de la conversación (Mateo 18:21-35); 2) el ofendido debe tomar a una o dos personas consigo, para evitar confusiones respecto de lo que se dice entre ellos. Solo después debería pasar el proceso a la iglesia en una asamblea general. Si el ofensor no responde a la iglesia en conjunto, debe ser tratado como un “gentil y publicano” (Mateo 18:17).
Aquí está el problema. ¿Qué significa tratar a alguien como gentil o publicano? Por un lado, la iglesia puede evitar encontrarse con el ofensor como la sociedad esquivaba a los gentiles y los publicano, o podría tratar al expulsado como Jesús trató a los gentiles y los publicanos: con compasión y perdón.
¿Qué dice Pablo acerca de la disciplina eclesiástica? 2 Tesalonicenses 3:13-15.
Aplicar bien Mateo 18 y 2 Tesalonicenses 3 a la vida actual es un desafío. No hay dos personas iguales, ni dos situaciones similares. En algunos casos, el perdón ablanda el corazón del ofensor, y este se reconcilia con la iglesia. En otros, ofensores endurecidos pueden responder solamente a un amor muy fuerte como para confrontarlo y administrar las consecuencias. Por eso, la Asociación General no elimina de la lista de miembros a nadie. Estos procesos deben realizarse en la iglesia local, donde se conoce mejor al ofensor.
La persona disciplinada debe ser tratada como miembro de la familia (versiculo 15) pues el ofensor es un hermano “por quien Cristo murió” (Romanos 14:15; 1 Corintios 8:11).
¿Qué experiencia tuviste con la disciplina eclesiástica? ¿Cómo puede mantenerse un equilibrio entre la confrontación y la aceptación?