“Así que, hermanos, estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses. 2:15).

ESCRITURA Y TRADICIÓN

martes 25 de septiembre, 2012

En tiempos de Jesús, no había Nuevo Testamento. La Biblia de Jesús era el “Antiguo Testamento”. Pero, desde el comienzo, sus seguidores obedecían las palabras habladas de Jesús (Mateo 7:24-27). Estas palabras y actos de Jesús siguieron teniendo autoridad para la iglesia en los años sucesivos (1 Tesalonicenses 4:15; Hechos 20:35; 1 Corintios 11:23-26). Luego, por la inspiración del Espíritu Santo, los apóstoles fueron guiados a interpretar correctamente las palabras de Jesús y la importancia de sus acciones (Juan 15:26, 27; 16:13-15). Y, antes de que pasara la primera generación de cristianos, los escritos de los apóstoles fueron considerados iguales a los de los profetas del Antiguo Testamento, y fueron llamados “Escrituras” (2 Pedro 3:2, 16).

Lee 2 Tesalonicenses 3:6 al 8, y 14. Según estos textos, ¿qué incluiría Pablo en su concepto de verdad?

Cuando Pablo llegó a Tesalónica, la iglesia primitiva consideraba los dichos de Jesús y las enseñanzas de los apóstoles como de autoridad suprema. “Tradición”, en ese tiempo, no era una palabra mala; se refería a la memoria de la iglesia con respecto a los dichos y las acciones de Jesús, e incluía las enseñanzas orales y los escritos de los apóstoles. La tradición era, para ellos, más o menos lo que las Escrituras son para nosotros.

Para los creyentes, la tradición era más que solo las cartas de Pablo. Incluía todo lo que el apóstol les había enseñado y también sus actos, que ellos debían imitar. El hecho de que Pablo trabajara para sostenerse no solo mostraba que él se preocupaba por ellos (1 Tesalonicenses 2:9); era una “tradición” que él esperaba que ellos aplicaran en sus vidas.

Pablo no comía los alimentos de otros sin pagarlos. Trabajaba “día y noche” a fin de no ser carga para ninguno. Y, todo el que allí viviera de otro modo andaba “desordenadamente”. Para Pablo, los desordenados no se limitaban a quienes molestaban a la iglesia; él incluía a cualquiera que no siguiera las enseñanzas y las prácticas de los apóstoles.

Estos textos revelan lo importantes que eran las acciones de Pablo. Aunque había recibido la verdad directamente del señor (Gálatas 1:1), daba testimonio con su vida, sus acciones y sus palabras. ¿Cuán bien reflejan nuestras vidas las verdades que se nos han dado?