“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).
ACONTECIMIENTOS AL FINAL DEL MILENIO
Lee Apocalipsis 20:7-9. ¿Qué acontecimientos señalan el final del Milenio, y qué oportunidad tiene Satanás?
Un cambio en las circunstancias “libera” a Satanás: la resurrección del resto de los muertos que “no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años” (versículo 5). La frase “Gog y Magog” se usa figuradamente, como en Ezequiel 38:2, y describe a quienes Satanás pudo engañar, los impíos de todos los tiempos. Satanás inspirará a esta multitud universal para que tome la ciudad de Dios. Apocalipsis 20:9 sugiere que la ciudad, la Nueva Jerusalén, ya habrá descendido del cielo a la tierra, y Satanás y sus huestes marcharán contra ella. Apocalipsis 21 contiene una descripción de la ciudad.
Ya se dijo que el Apocalipsis no avanza en orden cronológico. Considera Apocalipsis 20:11-15. ¿Cómo se expresa aquí la idea del Juicio? ¿Cuál es la importancia de que el castigo final ocurra después de que los santos hayan estado involucrados en el Juicio? Apocalipsis 20:4.
“Durante el Milenio, los santos participan en un juicio donde se delibera y se revisan los casos de los perdidos de esta tierra y de los ángeles caídos. Este juicio es necesario en vista de la naturaleza cósmica del problema del pecado. La trayectoria de la rebelión del pecado ha sido el objeto de la preocupación y el interés por parte de otros mundos (Job 1; 2; Efesios 3:10). Todo el intervalo del pecado debe ser manejado de tal manera que los corazones y las mentes, en todo el universo de Dios, queden satisfechos con su tratamiento y la conclusión del pecado, con referencia particular al carácter de Dios. [...] Los redimidos de la tierra [necesitan] entender los tratos de Dios con los que clamarán para que las rocas caigan sobre ellos y los escondan del ‘rostro del que está sentado sobre el trono’ (Apocalipsis 6:16). Deben estar totalmente satisfechos con la justicia de Dios en sus decisiones con respecto a los perdidos” (TTA 1,044).
¿Qué dice acerca del carácter de Dios el que los redimidos participen en el juicio de los perdidos? ¿Cómo encaja esta idea en la gran controversia?