GRACIA Y JUICIO EN EL EDÉN: Primera parte
En Génesis 3, después de la caída, las palabras iniciales de Dios son todas preguntas: "¿Dónde estás tú? [...] ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? [...] ¿Qué es lo que has hecho?" (Génesis 3:9, 11, 13).
Luego, la primera afirmación de Dios en el capítulo 3, su primera declaración de un hecho, sigue a estas preguntas. Al hablar de la serpiente, ¿qué dice Dios y qué significan sus palabras? Ver Génesis 3:14, 15.
Medita en las repercusiones de lo que sucede aquí. La primera declaración afirmativa de Dios al mundo caído es, de hecho, una condenación de Satanás, no de la humanidad. Es más, aun en esa condenación de Satanás, Dios da a la humanidad la esperanza y la promesa del evangelio (vers. 15.). Al afirmar la suerte de Satanás, proclama la esperanza de la humanidad. A pesar de su pecado, Dios revela de inmediato a Adán y a Eva la promesa de redención.
Nota también que solo después de esta promesa, solo después de dar la esperanza de gracia y salvación en el versículo 15 (conocida también como la "primera promesa del evangelio"), Dios pronuncia una sentencia sobre Adán y Eva: "A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos [...]. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer" (Génesis 3:16, 17).
No pierdas de vista este asunto: la promesa de salvación vino primero, luego el juicio. Solo teniendo el evangelio como telón de fondo viene el juicio; de otro modo, este último no significaría más que condenación, pero la Escritura es clara: "No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:17).
¿Por qué es tan importante meditar siempre en el hecho de que el propósito de Dios es el de salvarnos, no de condenarnos? ¿De qué modo el pecado en nuestra vida nos hace perder de vista esa verdad vital? Es decir, ¿cómo el pecado nos hace apartarnos de Dios?